Reseña
Reseña - Sección dirigida por Yvette BürkiInfoling 9.42 (2015)
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Isabel Molina Martos. Reseña de Chiquito, Ana Beatriz; Quesada, Miguel Ángel. 2014. Actitudes lingüísticas de los hispanohablantes hacia el idioma español y sus variantes. Bergen: University of Bergen. Infoling 9.42 (2015) <http://infoling.org/informacion/Review222.html>
Los profesores Ana Beatriz Chiquito y Miguel Ángel Quesada Pacheco coordinaron desde la Universidad de Bergen (Noruega) esta investigación que indaga sobre actitudes lingüísticas en el mundo hispanohablante. Hasta su publicación, contábamos con investigaciones parciales desigualmente repartidas en la geografía hispánica, pues frente a países como Argentina o México, con una importante tradición de estudios sobre la cuestión, hay regiones enteras que han recibido poca atención, como Bolivia, Ecuador, Honduras o El Salvador. Chiquito y Quesada logran poner al mismo nivel veinte países hispanohablanes, ofreciendo una sólida base de datos descriptivos, comparables entre sí, a la que se le pueden dar muy distintos usos.
La obra ofrece una visión de la valoración que los hablantes hacen de la lengua española desde sus respectivas realidades sociales, y sienta las bases de la investigación actitudinal desde una perspectiva panhispánica: en adelante, cualquier estudio sobre la cuestión no podrá obviar la información que aquí se ofrece. Con esta perspectiva globalizadora, los coordinadores generales se sitúan en la sintonía de otros macroproyectos coordinados que se están desarrollando en el ámbito de la Lingüística Hispánica.
La investigación (accesible en https://bells.uib.no/bells/issue/view/161) se desarrolló en el marco del proyecto LIAS (Linguistic Identity and Attitudes in Spanish-speaking Latin America), financiado por el Consejo Noruego de Investigaciones Científicas. Participaron investigadores de veinte países que en la obra se ordenan alfabéticamente: Argentina, Bolivia, Chile, Colombia, Costa Rica, Cuba, Ecuador, El Salvador, España, Guatemala, Honduras, México, Nicaragua, Panamá Paraguay, Perú, Puerto Rico, República Dominicana, Uruguay y Venezuela. La ordenación geolingüística por naciones que se asume en el proyecto no toma en consideración las grandes áreas dialectales del mundo hispanohablante, pero a cambio tampoco prejuzga los resultados, previsiblemente más relacionados con la realidad sociopolítica que con la lingüística. Las pesquisas se hicieron exclusivamente en las capitales con el objetivo de delimitar el universo de estudio y de presentar una radiografía de las valoraciones y percepciones de los residentes en los centros del poder político y económico de los respectivos países. Tenía mucho sentido comenzar por las áreas urbanas por su supuesto prestigio lingüístico y por su capacidad de propagar normas de referencia.
El proyecto se fijó una serie de objetivos generales, comunes para todos los países participantes; se trataba de averiguar qué conocimiento tienen los hispanohablantes de su propia idioma a nivel nacional e internacional; cuánto afecto sienten hacia su forma de habla y hacia la de los demás y cómo de leales son frente a su propia forma de hablar español. Cada país podía además fijar objetivos específicos de su realidad nacional, complementarios de los objetivos generales.
Puesto que las actitudes lingüísticas son dinámicas y se modifican de acuerdo a los cambios sociales, otro de los propósitos que guió la investigación fue comprobar hasta qué punto se mantiene vigente la visión tradicional de España como “madre patria” y referente normativo. La percepción de los investigadores a priori fue que esa realidad se ha modificado y está siendo sustituida por una “especie de democracia lingüística” en la que los hablantes cada vez menos sienten como modelo la variedad española y en cambio valoran de forma más positiva la propia, todo lo cual incide en la construcción de la identidad lingüística y cultural. De los distintos análisis que recoge el volumen puede concluirse que el desarrollo de una identidad lingüística propia, no subsidiaria de la española, está directamente vinculado con el nivel de desarrollo socioeconómico del país en su conjunto pero también con el estrato social en que se inscriben los hablantes individualmente.
Salvo por algunas adaptaciones menores de acuerdo a los intereses de cada investigador para su país, todos los equipos aplicaron uniformemente un mismo cuestionario que pretendía estudiar los tres componentes -cognitivo, afectivo y pragmático- de las actitudes lingüísticas. Las preguntas se organizaron en tres bloques temáticos, precedidos de una serie de preguntas iniciales sobre el origen de los informantes y de sus padres y sobre su movilidad fuera del país.
La 1ª parte incluye preguntas acerca de la variante nacional (nombres dados a la lengua que habla); de las percepciones cognitivo lingüísticas (regiones que hablan igual o parecido a usted; regiones que hablan diferente) y de las actitudes afectivas, positivas y negativas, ante las variedades que se reconocen en el propio país (regiones del país donde le gusta como se habla el español/castellano; regiones del país donde hablan mejor; regiones donde no le gusta como se habla el español/castellano).
La 2ª parte indaga sobre el concepto de corrección lingüística que manejan los hablantes y sobre las variedades que aceptan como referencia en los distintos registros de habla (¿qué es para usted hablar correctamente?; ¿en qué países se habla más “correctamente”?; ¿en el español de qué país le gustaría que se dieran las noticias de la radio, televisión, información telefónica, doblaje de películas, publicidad?; si los hispanohablantes tuviéramos que hablar el mismo español, ¿el de qué país elegiría?; si fuera necesario cambiar su acento, ¿el de qué país elegiría?; importancia de hablar correctamente; importancia de ser comprendido; ¿le gustaría que su hijo aprendiera con profesores de otro país hispanohablante?).
En la 3ª parte se aborda la percepción cognitivo-lingüística y afectiva hacia otras variedades del español distintas de la propia. Para ello se pidió al informante que estableciera asociaciones entre cada país y una serie de conceptos afectivos como son cariño, enfado/enojo, tecnología, elegancia, vulgaridad, sentido del humor, bajos/altos recursos económicos, confianza en el trato, respeto, autoridad; y se midieron sus percepciones de otras variedades (¿qué países hablan igual o parecido a como habla usted?; países en los que hablan un español diferente).
Por último, el cuestionario incluye una ficha de datos sobre la estratificación social de los hablantes de acuerdo a su lugar de residencia (barrio/distrito), profesión, sexo, edad, y nivel de instrucción.
Aunque el cuestionario cumple sobradamente con la finalidad de interrogar acerca de las cuestiones fundamentales, en algunos aspectos menores ha sido objeto de crítica por parte de los investigadores que lo aplicaron. Una buena parte de los equipos mencionó entre las limitaciones del cuestionario lo reiterativo y tedioso de algunas preguntas como por ejemplo: regiones del país donde le gusta como se habla el español/castellano; regiones del país donde hablan mejor el español/castellano; o también: si los hispanohablantes tuviéramos que hablar el mismo español, ¿el de qué país elegiría?; si fuera necesario cambiar su acento, ¿el de qué país elegiría?, que incluso provocaron el abandono de la entrevista de algunos informantes que no veían diferencia y creían que se les estaba preguntando lo mismo una y otra vez; así lo señalaron algunos de los autores, como Arias en Perú (p. 1199), Morett en México (p. 806) o Flores Mejía en Ecuador (p. 422), quien menciona que hasta “siete de cada diez entrevistados se quejaron de que las preguntas eran muy repetitivas”.
Los coordinadores generales del proyecto LIAS formaron un equipo integrado por investigadores de cada uno de los veinte países que se reunió en 2009 en Medellín (Colombia) para discutir las cuestiones teóricas y metodológicas; todos ellos se pusieron inmediatamente a trabajar, de manera que entre 2010 y finales de 2011 se habían realizaron las 400 entrevistas correspondientes a la capital de cada país. El resultado ha sido la configuración de un macrocorpus con la opinión de 8000 hispanohablantes que responden a un mismo cuestionario actitudinal básico. Es muy reseñable el trabajo de coordinación tanto en la designación de equipos como en el establecimiento de plazos muy breves para el desarrollo conjunto del proyecto que se han cumplido satisfactoriamente.
Los propios investigadores recogieron la información en conversación directa con los entrevistados; en algunos casos, contaron con colaboradores de su centro de investigación, en otros hicieron personalmente las 400 entrevistas correspondientes al corpus de cada capital. Todas las respuestas debían anotarse manualmente en el cuestionario, pero algunos investigadores optaron además por grabarlas para poder aprovechar el contenido de la entrevista en más profundidad.
La brevedad con que se han cumplido los tiempos de realización de las encuestas, el procesamiento de los datos y la publicación de los resultados, es sin duda una de las grandes virtudes de este volumen, sin precedente en la lingüística hispánica: posiblemente se trate del primer proyecto panhispánico de esta envergadura que se ha completado en el transcurso de cuatro años escasos.
En cada ciudad se ha estratificado la muestra por sexo, edad y nivel socioeconómico (o nivel de instrucción, según el país). Además, todos los hablantes debían haber nacido en la ciudad objeto de estudio o bien haber residido en la misma al menos 20 años y todos debían ser hispanohablantes. Tal vez sea esta una de las limitaciones importantes en lo que se refiere al universo de estudio, pues queda al margen de la investigación toda la población que tiene como primera lengua otra distinta del español y no se entra a considerar cómo inciden en la valoración de los hablantes las situaciones multilingües de lenguas con distinto estatus social. Pero tampoco este aspecto ha pasado desapercibido a los autores, que lo reseñan en sus trabajos para incluirlo en investigaciones futuras; así Chiquito y Saldívar, en su artículo de Paraguay (pp. 1065-1184), reflexionan sobre esta carencia: “En un país bilingüe como este es difícil, si no imposible, aislar las actitudes lingüísticas hacia uno de los dos idiomas sin tener presentes las actitudes hacia ambas lenguas oficiales, en una etapa crucial para el desarrollo lingüístico del país (…). El presente artículo es, por tanto, un estudio exploratorio de las actitudes hacia la variante paraguaya de la lengua española, limitado por las circunstancias del bilingüismo y de las políticas lingüísticas que se han puesto en marcha en los últimos veinte años” (p. 1069).
Los propios coordinadores hacen referencia a algunas limitaciones metodológicas del proyecto en la “Introducción” (pp. X-XVII) y mencionan que una de las mayores dificultades radicó en la estratificación socioeconómica, pues no pudieron establecerse parámetros comunes para todos los países. Para esta variable se trabajó con “datos de los censos nacionales, de los estudios de pobreza, de los sistemas educativos y de cualquier otra documentación oficial” que aportara información en ese sentido. Cada equipo de investigación trató de establecer una estratificación socioeconómica a partir de esos datos con resultados muy distintos. Así por ejemplo, Hernández en Honduras (pp. 715-792) o Morett en México (pp. 793-933) llevan a cabo una estratificación socioeconómica en profundidad de Tegucigalpa y México D.F. respectivamente, frente a otros como Acevedo y Quesada en Guatemala (pp. 637-714) o Zamora Úbeda en Nicaragua (pp. 934-1010) que optaron por no tener en cuenta el estrato socioeconómico y sustituirlo por el nivel de instrucción a causa de las dificultades de estratificación social en Centroamérica.
Se ha prescindido, asimismo, de estudiar el impacto de las migraciones en las actitudes lingüísticas. En una parte de los países, el grueso de la muestra está compuesto por hablantes originarios de la ciudad, pero en cambio en otras como Lima (Arias, p. 1194), Santo Domingo (Severino, p. 1327) o Panamá (Tinoco, p. 1016) cerca de la mitad de los informantes había nacido fuera de la capital. El papel de las ciudades capitalinas como focos receptores de inmigración deberá incorporarse en una investigación de este tipo, pero de nuevo se trata de una limitación soslayable con investigaciones futuras que amplíen y cubran aquellos espacios a los que esta no ha podido llegar.
Tras la recogida de materiales, que terminó a fines de 2011, los investigadores sometieron los datos a un análisis cuantitativo para el que utilizaron el programa SurveyXact, que fue proporcionado a todos los equipos por la Universidad de Bergen y aporta una estadística básica en frecuencias relativas y absolutas. Todas las respuestas del cuestionario fueron contabilizadas con este programa y los resultados se ofrecen de forma muy sencilla, en tablas descriptivas susceptibles de posteriores elaboraciones estadísticas.
Los resultados del análisis cuantitativo y cualitativo se han redactado en forma de artículos, todos ellos siguiendo un esquema idéntico que incluye una introducción con los objetivos generales y específicos y un estado de los estudios de actitudes lingüísticas en el país en cuestión; sigue el marco metodológico donde se presenta la muestra y el estudio sociológico previo; el análisis de los datos; las conclusiones y las referencias bibliográficas. Al final de cada artículo, los autores hacen una reflexión sobre problemas pendientes y recomendaciones que deja pocos cabos sueltos. Pese a la uniformidad del esquema, cada autor y cada equipo ha logrado imprimir su propio carácter en su estudio con resultados siempre sorprendentes e interesantes.
Y esta es otra de las grandes virtudes de la investigación: la inclusión no solo de países con una larga tradición investigadora en el ámbito de la lingüística como son México, Argentina, Colombia o Venezuela, sino también aquellos otros sobre los que, hasta fechas recientes se sabía muy poco, y en este sentido es paradigmático el caso de los países centroamericanos, muy especialmente, El Salvador, Honduras o Panamá, que solo recientemente han empezado a producir trabajos lingüísticos de relevancia. En este sentido, llama la atención el excelente trabajo realizado por Hilcia Hernández en Tegucigalpa (pp. 715-792), donde no existía precedente de una investigación actitudinal y la suya sienta las bases de futuras investigaciones de contraste. Unos países comienzan a incorporarse a la investigación sociolingüística, mientras que otros están ya en disposición de contrastar estos nuevos resultados con los de investigaciones previas y trazar la evolución que han experimentado las percepciones y valoraciones de los hablantes, como se hace en los trabajos de LLull y Pinardi en Buenos Aires (pp. 1-62), Sobrino, Montero y Menéndez en La Habana (pp. 290-408), Morett en México D.F. (pp. 793-933), Chiquito y Saldívar en Asunción (pp. 1065-1184), Mojica de León en San Juan de Puerto Rico (pp. 1249-1315), García de los Santos en Montevideo (pp. 1346-1406) y Coello Millán en Caracas (pp. 1407-1532).
En suma, los investigadores del proyecto LIAS ponen a disposición de la comunidad investigadora un material completo y exhaustivo, sometido a una primera fase de cuantificación y listo para ser interpretado y utilizado. Se sientan así los fundamentos a partir de los cuales se podrá medir la evolución de la percepción de la comunidad hispanohablante hacia su lengua, planificar e implementar políticas lingüísticas nacionales sustentadas en las actitudes de los hablantes o avanzar desde el estudio de las capitales al del conjunto del país, entre muchas otras ventanas abiertas por esta magnífica investigación.