Reseña
Reseña - Sección dirigida por Carlos Subirats
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Infoling, 18 de marzo de 2011
Director de reseñas para esta sección: Carlos Subirats (UAB, España)
Charles B. Faulhaber. Reseña de Alfonso X el Sabio. 2009 General Estoria. Madrid: Biblioteca Castro / Fundación José Antonio de Castro
La nueva edición de la General estoria (GE) de Alfonso X, bajo la coordinación editorial de Pedro Sánchez-Prieto Borja, es magnífica. Por vez primera tenemos el texto íntegro de las seis Partes existentes de la obra, que en esta nueva edición ocupa 6.000 páginas en diez gruesos tomos. El equipo editorial, formado por Sánchez-Prieto (partes I, III, VI), Belén Almeida (II, V, VI), Inés Fernández-Ordóñez y Raúl Orellana (IV) y Elena Trujillo (V, con Almeida), ha dedicado más de diez años a la ingente tarea, dando fin a un trabajo que había eludido a los filólogos desde hace siglos.
Sus mayores méritos residen precisamente en la edición del texto en su totalidad, el cuidado con que los editores lo han establecido y el estudio de los métodos compilatorios del equipo alfonsí. En este último sentido, se amplifica el estudio pionero de Diego Catalán (1963).
Ante la imposibilidad de reseñar detenidamente cada uno de los diez tomos, aquí me limito a GE1 y GE2. Representan dos casos diferentes: GE1 cuenta con un MS del escritorio real alfonsí, mientras que el texto de GE2 necesita reconstruirse a base de los 14 MSS conocidos. Limitar el escrutinio a estas dos Partes tiene también la ventaja de contar con la edición anterior de Madison, planeada por Antonio García Solalinde y llevada a cabo por Solalinde (1930) para GE1 y sus discípulos Lloyd Kasten y Victor R. B. Oelschläger (1957-61) para GE2. Esta edición puede servir de piedra de toque para valorar los logros de la nueva, hecha con criterios muy diferentes.
Los lectores de esta reseña no necesitarán un resumen de la obra, la historia del mundo integrada por la Biblia por una parte y la historia de los gentiles por otra, ordenada esencialmente a base de los Canones chronici de Eusebio, ni una descripción pormenorizada del trabajo compilatorio del equipo alfonsí. Las introducciones de las varias Partes cumplen esta tarea de manera ejemplar, y a ellas me remito. Sin embargo, es de justicia reconocer los magníficos estudios preliminares sobre las fuentes (noto que hasta se han cotejado varios MSS de la versión de la Vulgata utilizada; GE1 1:xcvi) y la manera en que los compiladores alfonsíes las tradujeron y las ensamblaron, como una especie de taracea verbal, uniendo pasajes de muy diverso origen y ampliándolos con sus propias explicaciones y comentarios, en un afán “de ofrecer al lector todas las informaciones disponibles” (GE2 1:ciii).
1. Historia editorial
El tamaño de la GE sin duda explica su larga y accidentada historia editorial. Como siempre, las primeras noticias de la obra remontan a Nicolás Antonio (1696 2:57b-58b n.os 216-218), como acertadamente nota Solalinde (1930:xli).1 Las primeras extensas de los MSS las da Rodríguez de Castro (1781-86 1:411b-427b, 2:675a-678a), basándose en su conocimiento sin par de la colección escurialense.2
Tenemos que esperar hasta 1930 para la edición de la Primera Parte, debida a Solalinde, discípulo de Menéndez Pidal en el antiguo Centro de Estudios Históricos. Después de una extensa introducción en la que resume los estudios anteriores, inclusive las aportaciones de Antonio y Rodríguez de Castro, y analiza la relación entre los nueve MSS conocidos, siguiendo la entonces novedosa metodología de Dom Henri Quentin utilizada en su edición de la Biblia Vulgata, decide hacer caso omiso de sus propias conclusiones estemáticas. Opta por publicar el texto del mejor manuscrito, MS 816 de la BNE (MS A), del escritorio regio de Alfonso X, en vez de editar un texto crítico teniendo en cuenta las variantes de los otros MSS.
La Parte Segunda tardó casi otros treinta años. Fue publicado 1957-61 por Kasten y Oelschläger, alumnos de Solalinde en la University of Wisconsin, Madison. De hecho se habían imprimido 208 páginas de la edición antes de la Guerra Civil, pero fueron destruidas. Kasten y Oelschläger reanudaron el trabajo editorial después del fallecimiento de Solalinde en 1937 y lo tenían terminado totalmente en 1942 (1957-61 1:ix). Su enfoque editorial seguía siendo el de Solalinde en la Primera Parte, con la misma descripción minuciosa de los MSS, la misma metodología quentiniana para relacionarlos en un stemma y la reproducción del texto del mejor y más antiguo (K = BNE 10237, s. XIV), completado en la parte que falta por el MS N (=esc. O.I.11, también del s. XIV) (1957-61: 1:lxiv). Por no contar para GE2 con ningún MS contemporáneo al rey sabio, multiplican el número de variantes aducidas de los otros MSS, sobre todo si concuerdan entre sí contra el MS base.
Kasten y Oelschläger anunciaron su intención de publicar las partes restantes, pero no lo pudieron hacer. El proyecto editorial quedó estancado durante más de 40 años hasta varios intentos parciales a partir de 1978, año en que se publicaron en microficha las concordancias y textos de los MSS del escritorio real por Kasten y Nitti.
2. Una cura de filología neolachmanniana
Es gracias a una iniciativa de la Fundación José Antonio Castro que esta nueva edición ve la luz. Los editores declaran que “resulta un ejercicio saludable aplicar a la General estoria una cura de filología neolachmanniana” (GE1 1:cxxix). Recordemos. En principio, el procedimiento lachmanniano es trazar un stemma de los MSS a partir de los errores comunes, luego utilizar este stemma para establecer el texto crítico. Recordemos también la crítica de Bédier (1928), en la que se señala que la inmensa mayoría de los stemmata lachmannianos se bifurcan en dos ramas, por lo cual sigue siendo el editor el que debe escoger la lección “correcta”. Y, en efecto, el stemma propuesto para GE1 es bipartito (1:cxxviii): por una parte, el MS BNM 816 y sus descendientes y, por otra, Esc, O.I.1 (la versión gallega) y Esc. Y.III.12, su traducción al castellano. Para Bédier, entonces, la mejor solución es editar el mejor manuscrito, enmendándolo sólo para corregir los errores evidentes. Así tendremos un texto verdaderamente medieval, sin injertar en él la subjetividad de los editores. Y esto es precisamente lo que hizo el equipo de Solalinde, cuyas intervenciones se redujeron al mínimo.
Ahora, ¿qué es lo que entienden los editores por “una cura de filología lachmanniana”? Sánchez-Prieto y Almeida coinciden totalmente. Para aquél,
la enmienda sistémica de acuerdo con las fuentes y con la adecuación al contexto servirá para ofrecer el texto auténtico de los compiladores en la mayor parte de los pasajes y, en un número muy reducido de pasos, el texto del traductor frente a la modificación de los compiladores… siempre que nuestras suposiciones sean acertadas (GE1 1:cxxvii).
Para ésta,
disponemos de dos instrumentos que se han mostrado útiles: la crítica textual neolachmanniana y el uso del texto subyacente. Siguiendo los métodos y principios de la crítica textual neolachmanniana, se pretende no la reproducción del mejor manuscrito, sino que el texto crítico, tras sopesarse las variantes textuales de todos los testimonios, responda lo más cercanamente que se pueda al texto original tal y como lo concibió el autor o los autores … El segundo instrumento que utilizaremos para acercarnos al original es el empleo del texto subyacente. … emplearemos el texto latino o francés como herramienta textual con la que podremos decidir entre dos o más variantes, o incluso identificar errores comunes a todos los testimonios (GE2 1:cxxi-cxxiii).3
¿Qué significa esto en la práctica? Para el texto de las Partes Primera y Cuarta, los respectivos editores esencialmente transcriben los dos MSS del escritorio real (BNE 816 y Vat. Urb. Lat. 539 respectivamente). Si bien se establece un stemma para la Parte I (GE1 1:cxxviii), no se tiene en cuenta para las escasas correcciones. En la mayoría de casos, éstas se hacen ex ope ingenii: “En efecto, el texto de A presenta no pocas corruptelas, la mayoría de las cuales son fácilmente detectables, pues se trata de errores mecánicos” (GE1 1:cxxix).
Muchos de estos errores pueden detectarse con la simple lectura (y hemos visto cómo muchos de ellos se habían corregido conjeturalmente o de forma automática, podríamos decir, en otros manuscritos) (GE1 1:cxxx).
Lo que no se dice es cómo se han tratado las variantes adiáforas o equipolentes, o sea, las que tienen igual probabilidad de ser correctas. Es aquí donde el stemma podría servir de guía. Es de suponer, aunque ni Sánchez-Prieto ni Almeida lo dicen explícitamente, que para tales variantes adiáforas, siguen sus manuscritos base, como los sigue para la presentación verbal del texto.
En sus respectivas introducciones, los editores ilustran el proceso seguido en la constitución del texto con muchos ejemplos de errores que se pueden corregir acudiendo a las fuentes, a la comparación con otros pasajes en la GE u otros textos medievales o conjeturalmente (GE1 1:cxix-cxxxi, GE2 1:cxxxi-clvi). Almeida sobre todo se muestra muy consciente de la necesidad de enmendar sólo en casos absolutamente claros:
no siempre que observamos elementos extraños en un texto, o intuimos la existencia de un error, podemos avanzar una propuesta de lectura; y otras veces una suposición o propuesta de lectura resulta, a nuestro juicio, demasiado conjetural como para darle cabida en el texto crítico. Han sido muchos los lugares en que nos hemos decidido a corregir; pero muchos más aquellos en los que no nos hemos atrevido a modificar lo que los testimonios presentan (GE1: 1:cxlviii).
Ahora, lo que no se hace es seguir la metodología lachmanniana clásica, estableciendo un stemma y utilizándolo para la constitución del texto, que es la práctica casi unánime de los críticos neolachmannianos italianos. Sánchez-Prieto se cura en salud, alegando que “la falta de un estema seguro no es, en ese caso, un inconveniente grave para el establecimiento crítico del texto” (GE1 1:cxxvi). Almeida ni siquiera intenta trazar un stemma. Otro elemento de la crítica textual tradicional que Sánchez Prieto y Almeida echan por la borda es el estudio codicológico de los testimonios. Frente a las descripciones detalladas de Solalinde (1930:xxix-xlii) y Kasten y Oelschläger (1957-61 1:x-xxxii), la descripción codicológica de los MSS de GE1 se reduce al mínimo, salvo la de BNE 816 (GE1 1:cxix-cxx), y es totalmente inexistente en GE2.
Esto se explica perfectamente, teniendo en cuenta que
hemos pretendido hacer accesible a los interesados por la lengua, la literatura, la cultura, en suma, de la Edad media, un texto que haga justicia (siempre según nuestra hipótesis) al proceso intelectual por el que esta obra nació (GE1 1:cxxxii).
Es decir que no interesa el largo nachleben del texto durante los ss. XIV-XVI. Tampoco se puede criticar este enfoque –non possumus omnes omnia–, pero los editores debieron reconocerlo explícitamente, como reconocen que no han producido un texto para los estudiantes de historia de la lengua (GE1 1:cxxxii).
Pero aquí viene la paradoja: ni stemma ni estudio codicológico han resultado necesarios para la elaboración de un texto crítico excelente. ¿Se ha equivocado un siglo y más de experiencia ecdótica? La metodología seguida aquí, a pesar de lo que digan los editores, no es neolachmanniana, pero no hace falta que lo sea.
3. General estoria 1
Como dice Sánchez-Prieto,
aunque el texto propuesto por Solalinde no es intencionalmente crítico, puede decirse que proporciona gran parte de los elementos necesarios para llevar a cabo una verdadera edición crítica, con lo que su trabajo va mucho más allá de la mera transcripción del códice regio. La ejecución es, sin duda, sobresaliente para la época y métodos (GE1 1:cxiii).
El principal cambio entre la edición de Solalinde y la presente es pues la mayor voluntad de corregir el texto de BNE 816 (MS A) a base de las lecciones de los otros MSS, a base de las fuentes o conjeturalmente. Según Sánchez-Prieto, “los errores de A son subsanables conjeturalmente (la prueba estaría en que los habíamos enmendado nosotros antes de cotejar las variantes aportadas por Solalinde)” (GE1 1:cxxvi). Por lo tanto, sigue en pie la edición de Solalinde como la mejor representación del texto tal como salió del escritorio real, mientras la de Sánchez-Prieto se acerca más a lo que él llama el texto “auténtico” de GE1, el que representa la voluntad de los compiladores. Es así la distinción entre la presentación bedierista de un texto, que realmente existió en un lugar y época determinados, y un texto, por así decirlo, ahistórico, una reconstrucción idealizada de algo que tal vez nunca existió (y esto sí que es lachmanniano).
El texto de la nueva edición de GE1 normalmente mejora el de Solalinde, gracias a sus enmiendas y gracias también a un mayor conocimiento del lenguaje medieval, pero estas mejoras son realmente infrecuentes. Así se señala que Solalinde lee “es bigamia aver dos mugieres” (GE1 1:cxiv), donde el MS A (BNE 816) lee “es bigamia aver dos dos mugeres” (GE1 1:20.27-28). Un lector menos avezado puede creer, como Solalinde, que es un error; pero como Almeida explica, se trata de una construcción árabe para expresar un uso distributivo (GE2 1:clv). (Falta esta explicación en el elenco de los 19 errores que ofrece Sánchez-Prieto como muestra de los que ha advertido en la edición de Solalinde [GE1 1:cxiv], donde habría sido útil.)
Sánchez-Prieto sigue a Solalinde para el elenco de variantes (GE1 1:cxxv, cxxvi, cxlii), lo cual le permite reducir su aparato al mínimo para resaltar las que explican la constitución del texto crítico.
Como en casi toda edición crítica, hay que tomar la corrección del texto en su totalidad sobre la fe de los editores, su “propuesta del editor” (GE2 1:cxxii), a pesar de las extensas explicaciones preliminares, ilustradas con abundantes ejemplos¸ sobre cómo se ha fijado.
Sin embargo, una reseña de estas características debe evaluar, precisamente, la corrección del texto. Para ello, hemos recurrido al cotejo con las láminas de los MSS de GE1 y GE2, valiéndonos tanto de las que se encuentran en esta edición como en las de la edición del equipo de Solalinde. También hemos hecho varios cotejos de los mismos pasajes con el texto de GE1 de Solalinde (1930) y de GE2 de Kasten y Oelschläger (1957-61; en adelante Kasten y Oelschläger).
A pesar de mi discrepancia con los llamados presupuestos neolachmannianos de la edición, que, repito, no son tales, en la práctica el texto que resulta es admirable, no por seguir una metodología genética, sino porque los editores han echado mano de todos los recursos a su alcance para su constitución, sobre todo, la comparación con las fuentes (v.g., la Biblia, “maestre Pedro” [Petrus Comestor]). En lo que sigue, hago unas calas para mostrar hasta qué punto el texto que resulta mejora el de las ediciones anteriores y las fallas que aún subsisten.
Los pecados que he encontrado en GE1 son casi todos veniales, empezando con alguna que otra discrepancia entre los principios de la presentación gráfica del texto y la práctica. He aquí una muestra, basada en el cotejo con las láminas:
Sánchez-Prieto dice que “interpretamos el signo 9 como –us: sus casas. Nótese que los códices alfonsíes muestran frecuente confusión de género en el posesivo” (GE1 1:cxxxiii). Sin embargo, el editor casi siempre desarrollo “s9” como “sos” ante sustantivos masculinos, solución correcta, aunque va en contra de su criterio editorial.
1:40.29-30 sus | fijos nin de sus mugeres ] s9 fijos nin de s9 | mugeres MS A f. 10va7-8 (GE1 1:44). El primer “sus”, masculino, debe ser “sos”.
1:97.8 sos fijos de Jafet a las sus yentes ] s9 fijos de Japhet alas s9 yentes MS A f. 22va12 (GE1 1:96)
1:98.25, 27 sos pueblos tiraces … sos pueblos traces ] s9 pueblos tiraçes … s9 pueblos traces MS A f. 22vb42, 45 (GE1 1:96)
1:150.22 de tare e de sos fijos ] De thare τ de s9 fijos MS A f. 34ra35 (GE1 1:149)
1:151.3 los sos años ] los s9 annos MS A f. 34rb5 (GE1 1:149)
1:494.20 todos sos enemigos ] todos sus enemigos MS A f. 113vb6 (Solalinde 1930 lám. VI). Error de lectura en GE1
1:494.28 todos sus enemigos ] todos s9 | enemigos MS A f. 113vb19-20 (ibid.)
2:113.9 sos amigos … de sus vezinas ] s9 amigos … de s9 uezinas MS A f. 154rb50-51 (GE1 2:111)
Para la distinción entre la -s- sonora y la -ss- sorda sigue el MS, pero véase el siguiente caso:
1:28.24 assí ] asi MS A 7rb31 (GE1 1:27)
Los principios editoriales no mencionan la regularización de las vibrantes internas, por lo cual es de suponer que el texto crítico sigue A. Sin embargo, en 2:23.11 lee “becerro” donde A (133vb14; GE1 2:21) y Solalinde (pág. 295b27) tienen “uezero”.
Mantiene la distinción entre la lateral l y la palatal ll (1:cxxxvi), pero lee “XXXo capítulo del Éxodo” (2:365:5-6) donde A (f. 209va17-18; GE1 2:281) “lee xxxo capitulo | dell Exodo” y concuerda Solalinde (pág. 464b12).
Nótese el error de colocación del acento gráfico en “múdaronlas” (1:98.26).
Más importantes son los errores de lectura:
1:153.2 mundo e el ivo libro d’esta estoria ] mundo enel iiiio libro desta estoria MS A f. 34rb12-13 (GE1 1:149). Aquí es probable que “e el” sea correcto, teniendo en cuenta “comienza la segunda edad e el segundo libro”(1:43), pero debió notarse la lección del MS.
2:616 Se omite sin explicación el explicit del libro XX de la GE1, que es también el de Levítico: “Las estorias del libro leuitico se acabã” (MS A f. 264ra12; GE1 2:620; Solalinde 588b14-15).
2:820.4 los diablos ] los | diabolos MS A f. 311ra16-17 (GE1 2:821; Solalinde pág. 687b6).
2:822.7 frutos ] frutros MS A f. 311rb7 (GE1 2:821; Solalinde 688a1).
De estos errores dos son sencillos lapsus al transcribir el texto, pero los otros dos no.
Dejando aparte el texto en sí, existen varios indicios de alguna premura en la preparación del estudio introductorio. Véase, por ejemplo, una muestra de las discrepancias entre el texto de GE1 y la cita de él en la Introducción. En lo que sigue la primera cita es de la Introducción; la segunda, del texto crítico:
l:liii.17.18 “que veyesesen | que aquel carnero” vs. “que creyessen | que aquel -carnero (GE1 l:171.12-13). Probablemente influido por “qui los viessen que creyessen” (GE1 l:171.12)
1:liv n. 62.3 “por sos encatamientos” vs. “por sos encantamientos” (GE2 1:74.34)
1:lvii.14 “como lo fazemos nos los nuestros” vs. “como lo fazemos nós en los nuestros” (GE1 1:160.20-21)
1:lxxii.18 “semejarién fabliellas” vs. “se|mejarién como fabliellas” (GE1 1:548.2-3)
1:lxxvi n. 83.4 “fazer duel e” vs. “fazer due|lo e” (GE1 1:32.23-24)
1:lxxvii.24 “d’el Nilo” vs. “del Nilo” (GE1 1:216.1)
1:lxxx.6-7 “fast’al | primero” vs. “fasta’l primero” (GE1 1:527.20)
1:xcviii.31 “plantara luego Nuestro Señor” vs. “plantara Nuestro Señor” (GE1 1:8.18)
1:cxxx.9 “e d’esta guisa” vs. “En esta guisa” (GE1 l:187.23)
(Pensé en un principio que “solares” en “edat de la mancebía, cuando los omnes se trabajan de cantares e de cosas de solares” (GE1 1:lxix.7-8), citando GE3 1:363.14-16, era otra discrepancia del mismo tipo, pero el texto crítico lee exactamente igual, evidentemente por la repetición inconsciente de –ares del cantares inmediatamente antes. El aparato de GE3 no nota ninguna variante en este lugar. La enmienda se impone de sí: “solazes”.)
Además de tales discrepancias, existen también diferencias en la puntuación, a veces con la adición en la Introducción de comas para señalar sustantivos en aposición:
1:lxiii.23 “Señor, fijo de Dios, e él mismo ésse” vs. “Señor, fijo de Dios e él mismo, ésse” (GE1 1:529.20)
1:lxiii.28 “Testamento si non si la su liña se perdió,” vs. “Testamento, si non si la su liña se perdió;” (GE1 1:529.25)
1:lxxixb.7-8 “en el palacio | quel dexassen, que fablar” vs. “en el palacio quel dexassen que fablar” (GE1 1:459.21)
1:lxxxviii.31-32 “fue el año … e a Jocabet, su muger, guisar” vs. “fue ell año … e a Jocabet su muger guisar (GE1 1:527.27-28).
1:xcvii.29-30 “Dios, veyendo la malicia … pora adelante, e seyendo tañido” vs. “Dios veyendo la mali|cia … pora adelante e seyendo | tañido” (GE1 1:47.29-33)
Sencillas erratas indican también que las pruebas de la Introducción de GE1 no se leyeron con el cuidado deseado: “(pre)renancentista”(1:xvi.29); “sevidumbre” por “servidumbre” (1:lix.29); “proprorciona” (1:lx.29); “de personaje fundamen|tales” (1:lxv.26-27); “entre la Partes” (1:lxxxv.15); “indentificación” (1:xcvi.29); “I, 46-49”, donde debe leerse “I, 46-47” (1:xcvii.23); “amplias secciones de la Estoria de España que tie|ne fuentes latinas” (1:cvii.25-26; léase “tienen”); “II, 77”, donde debe leerse “I, 77) (1:cxxx.6); “el usos de | los signos” (1:cxli.27-28); “(980)” por “(1980)” (1:cli) como fecha de un artículo de Margherita Morreale, que por más señas debe ordenarse cuatro fichas más abajo; el historiador Joseph F. O’Callaghan se desdobla en “Callaghan, J. F. O” (1:cxlvii) y “O’Callaghan, J. H.” (1:clii) al tratarse de la traducción y original de su The Learned King.
Igual falta de cuidado o exceso de prisa se nota en la relación entre las referencias bibliográficas abreviadas en la Introducción y la información completa en la Bibliografía (GE1 1:cxliv-cliii). Falta la información bibliográfica para García Martínez 1961 (1:xviii n. 6.2), Ca|nettieri 1996 (1:xxvi.24-25), Martínez 1993 (1:l n. 55.2 ¿se refiere a Martínez 2003?), Luneau 1964 y Archambault 1966 (1:lxi n. 65.1-2), Schökel 1998 (1:xciv n. 106.1), Askins, Dias, Sharrar 2066 [sic] (1:cxi.22), Rey 1932 (1:cxi.24), y, lo más pintoresco de todo, Sánchez-Prieto Borja 1998 (1:cxxxii.1), que debe de ser una referencia a su Cómo editar los textos medievales. Criterios para su presentación gráfica (Madrid: Arco/Libros).
Un lapsus de otro tipo se ve en “la llamada «ortografía alfonsí» está anticipada en los documentos de la cancillería de Sancho IV” (1:xxix n. 22). Seguramente debe leerse “Fernando III”. Al explicar el empleo de los signos diacríticos se dice que “la tilde diacrítica no permite separar los pares usuales, | como de preposición y dé verbo” (1:cxl.28-29), donde claramente sobra el “no”.
4. General estoria 2
Defectillos de este tipo son menos corrientes en la edición de GE2 de Belén Almeida, dejando aparte la curiosa repetición del facsímil del f. 94r de BNE 10237 (GE2 1:243 y 1:609), alguna errata (“I Reyes 26” debe ser “I Reyes 25” (GE2 1:cxxxvii.21) y la cita mal abreviada del título del volumen colectivo en que apareció Fernández-Ordóñez 2000, La historiografía medieval hispánica (GE2 1:clxxvi). El correcto es Teoría y práctica de la historiografía hispánica medieval.
Sin embargo, también existen discrepancias entre las citas textuales en la Introducción y el texto crítico. Con frecuencia, éstas se deben a que en la Introducción se sigue el texto del MS base en vez del texto crítico. En lo que sigue, la primera cita es de la Introducción; la segunda, del texto crítico:
1:xlix.1-2 “Jerónimo el caba|llo Pegaso fue de una dueña” vs. “Jerónimo fue de una dueña” (GE2 1:413.1). El aparato crítico no trae ninguna variante.
1:lvii.11-12 “començarla iemos … de como” vs. “començar la iemos … de cómo” (GE2 2:123.8-9).
1:lxv.8 “llenamientre” vs. “lleneramientre” (GE2 2:584.1). Aparato: “lleneramente ] llena mientre N”.
1:lxxiv.22 “desacuerdan entre los unos” vs. “desacuerdan entre ellos los unos” (GE2 1:114.7). Aparato: “ellos om. Kϕ”.
1:lxxxiv.18 “su buenna mugier” vs. “su buena | mugier” (GE2 1.471.7-8). El aparato no trae ninguna variante para este pasaje.
1:xcii.26-27 “Semele a | Juno e cuemo” vs. “Semele a Juno cuemo” (GE2 1:216.9). Aparato: “Juno + e K”.
1:xcii.33 “Filles ... Demophoon” vs. “Fillis … Demofoón” (GE2 1:216.16-17). Aparato: “philles K”. (La reducción del grupo culto “ph” a “f” es de acuerdo con los criterios de la presentación gráfica.)
1:ci.19 “e aguardado” vs. “e mas aguardado” (GE2 1:522.14). Aparato: “más ante aguardado om. K”.
1.cxvi.24-25 “fizo | mio padre” vs. “fizo mi padre” (GE2 2:536.18). Aparato: “fizo mio padre” om. NP”. Se deduce que “mi” es un lapsus en el texto crítico.
1.cxxiii.10 “ribera dond las velas” vs. “ribera don las velas” (GE2 1:603.8). ¿Otro error en el texto crítico? El aparato no trae nada.
Ahora, donde realmente hace falta un acercamiento lachmanniano al texto es precisamente en GE2, contenido total o parcialmente en 14 MSS, ninguno de los cuales es del escritorio real. A pesar de lo que dice Almeida sobre la necesidad de examinar los testimonios, “observar su factura … y apuntarse datos sobre la factura de los manuscritos que pueden resultar relevantes no solamente en el aspecto codicológico sino también en el textual” (GE2 1:cxxviii), no hace ningún estudio codicológico y sus observaciones sobre los distintos MSS son superficiales. No se refiere al estudio detenido de los MSS hechos por Kasten y Oelschläger; de hecho, ni siquiera menciona esa edición en su listado de referencias, basándose, al parecer, en Fernández-Ordóñez 2002, aunque sin citar en detalle las conclusiones de ésta.
Su repaso sobre los distintos testimonios (GE2 1:cxxviii-cxxxi) es realmente somero. Ofrece el elenco de MSS a base de Fernández-Ordóñez 2002, sin siquiera indicar sus fechas. Nota los MSS que ofrecen el texto completo (N [esc. O.I.11], ϕ [esc. Y.I.7], Q [esc. X.I.2]) frente a los que sólo ofrecen la primera mitad (K [BNE 10237], M [esc. Y.III.13], O [esc. Y.III.22], J [Bibl. Menéndez Pelayo M-562], I [Bruselas Bibl. Royale IV 1165], L [Salamanca BU 2616]) o la segunda mitad (P [esc. Y.I.1] y π [esc. V.II.1]). Tampoco intenta trazar un stemma de las relaciones entre los MSS, aunque parece seguro que lo tenía planeado, porque Sánchez-Prieto se refiere a él en GE1, hasta citando la página en que se encuentra.4 Según ella, el MS K “recoge el texto de GE2 (sólo la primera mitad), en un estadio perfectamente elaborado por los compiladores, pero antes del proceso definitivo de puesta en limpio” (GE2 1:cxxix). Aunque conoce Fernández-Ordóñez 2000 y 2002, no los cita para profundizar en el estudio codicológico de los MSS y sus posibles implicaciones para la constitución del texto (GE2 1:cxxviii-cxxix) ni se refiere a ellos más que para citar el estudio de 2002 en su apartado 5.4 sobre las relaciones entre los MSS (GE2 1:cxxxiv-cxxxvii). Si bien se puede aceptar K como base de la primera parte del texto, debido a su antigüedad y transmisión de un estadio del texto anterior a la versión final (GE2 1:cxxxv), para la segunda parte Almeida hace caso omiso de la relación postulada por Fernández-Ordóñez (2000:141, 2002:52), que R, π y el subarquetipo β (= N1 PQ) forman un stemma de tres ramas. Según la teoría lachmanniana clásica, el texto crítico se puede constituir entonces apelando al acuerdo entre dos ramas frente a la tercera. En la práctica, esto resultaría difícil porque R sólo copia los pasajes bíblicos y, según Almeida, su modelo “parece ser independiente del del resto de manuscritos” (GE2 1:cxxxvi). De todos modos, Almeida no ofrece ninguna evidencia para siquiera descartar esa posibilidad.
Es difícil encontrar una declaración de principios sobre el proceso básico de establecimiento del texto crítico. Almeida ofrece muchos ejemplos concretos del pensamiento que le permite escoger una u otra variante, basándose sobre todo en comparaciones con las fuentes o con pasajes semejantes en otras loci de la obra o en otros textos, como la Estoria de España; pero en su apartado 5.3 “El texto de los manuscritos” (GE2 1:cxxxi-cxxxiv), señala casi de paso que utiliza el MS K como base de la primera parte del texto y MS N como base de la parte restante, pero ¡ojo! sólo para la “forma verbal”:
los manuscritos cuya forma verbal seguimos en la edición: en la primera mitad de la edición, el de K, que es el manuscrito más antiguo; en la segunda mitad, el de N. Seguimos la forma de estos manuscritos, como decimos, en lo verbal, pero no en lo textual (GE2 1:cxxxii).
En términos de la ecdótica angloamericana, hace Almeida una distinción perfectamente razonable, pues, entre variantes “accidentales” y “sustantivas”. Para las accidentales, sigue el manuscrito base; para las sustantivas, echa mano de otros recursos editoriales (los otros MSS, las fuentes, el cotejo con pasajes semejantes, etc.). La cuestión, entonces, es ¿hasta qué punto observa esa distinción y, sobre todo, qué significa “lo textual”? Por ejemplo, ¿cómo trata los “numerosos tipos de cambios (sustitución de palabras, cambios en el orden de palabras, reformulaciones de varios tipos...) [que] pueden haber surgido al mismo tiempo por obra de distintos escribas, en diferentes ramas de la tradición manuscrita” (ibid., n. 76)? Para Almeida sólo
cuando tenemos dos o más variantes de una palabra en los distintos manuscritos, mediante las cuales el texto cambia de significado, surgirá la pregunta de cuál de ellas se correspondía con la intención del autor y cuál es un error (1:cxxxvii).
Es decir parece que esta pregunta no surge ante las variantes adiáforas. La evidencia muestra que para éstas privilegia los dos manuscritos base (K = BNE 10237, N = esc. O.I.1), como veremos abajo.
Ahora, son éstos precisamente los mismos MSS que Kasten y Oelschläger escogieron como base de su edición. Parece que Almeida escoge K como base de la primera mitad del texto porque es el más antiguo (GE2 1:cxxxii), aunque no lo dice explícitamente, a pesar del hecho de que no representa la redacción definitiva del texto, representada por el conjunto de los otros MSS (GE2 1:cxxxv). Tampoco explica por qué ha escogido N como base de la segunda parte del texto. Kasten y Oelschläger, por lo menos, aclaran que lo escogen, porque “es el único manuscrito de la misma familia que K en que aparecen lo pagano y lo bíblico” (1:lxiv).
La selección de los mismos MSS como base en las ediciones de Almeida, y Kasten y Oelschläger facilita la comparación de las dos ediciones. En principio, las diferencias deben reducirse a la mayor regularización gráfica de Almeida frente al texto cuasi-paleográfico de Kasten y Oelschläger, y una corrección de errores más frecuente, siempre según la “propuesta del editor” en aquélla frente a ésta.
Veamos. Noto aquí tanto casos en que Almeida no sigue sus propios principios editoriales como errores en el aparato, siempre basándome en el cotejo directo con las láminas:
1:7.1 “Prólogo” falta en todos los MSS según Kasten y Oelschläger (1:3a7); cfr. K f. 2r (GE2 1:6). El aparato no señala la omisión.
1:7.19 devese entender ] déuesse entender K. f. 2rb19 (GE2 1:6). En la Introducción Almeida dice que “no se simplifica -ss- interior salvo tras consonante” (1:clviii), pero evidentemente sigue la misma práctica que Sánchez-Prieto en GE1 (1:cxxxiv), reduciendo -ss- a -s- cuando se trata del pronombre enclítico.
1:7.21 de linage de Nun ] del linage de Nun K f. 2rb24 (GE2 1.6). Aparato: sin notar la variante “de” ] “del”. ¿Error en el texto?
1:72.14-15 de los linages … los sos autores ] delos | linnages … los sos | auctores K f. 37ra4-6 (GE2 1:91). Aparato: sin variante, silenciando la palatal ñ de “linnages”.5 Nótese que unas líneas más abajo (1:72.23 = f. 37ra20-21) lee “auctores” correctamente según sus criterios editoriales.
1:72.17 algunos d’ellos ] algunnos dellos K f. 37ra10 (GE2 1:91).
1:72.31 Octaviano César Augusto ] Octoujano cesar augusto K f. 37rb5 (GE2 1:91). Aparato: sin variante.
1:182.4 ninguno ] ningunno K. f. 94rb18 (GE2 1:243).
1:327.20-21 serpiente | luenga ] se|piente luega K f. 176va29-30 (GE2 1:405). Aparato: “luenga ] luega K” sin notar la omisión de -r- en “sepiente”. El aparato sí nota esta omisión en “serpient ] sepient” en la línea siguiente f. 176vb1 (GE2 1:327.22).
1:327.35 alguna cosa ] algunna cosa K f. 176vb26 (GE2 1:405).
1:336.15 diziocho años cuéntase ] diziocho annos cuentan se K f. 181ra1 (GE2 1:481). Aparato: “estos diziocho años cuéntase con los años om. Rϕ”. No se nota “cuentan” en K.
1:378.24 por una casa ] por una | canal K. f. 204va1-2 (GE2 2:8). Aparato: sin variante. ¿Error del texto crítico?
1:378.25 ques acogien ] ques cogien K. f. 204va3 (GE2 2:8). Aparato: sin variante.
1:378.34 encobrir ] encrobir K f. 204va18 (GE2 2:8). Aparato: sin variante.
1:452.26 ninguna] nin|gunna K f. 244vb9-10 (GE2 2:111).
1:547.23 reyes sobredichos ] reyes sobredicho K f. 301va29 (GE2 2:317). Aparato: sin variante.
1:589.11 pleiteavan ] pleyteuan K f. 322vb12 (GE2 2:419) Aparato: sin variante.
En general, es mucho más parco con sus variantes que Kasten y Oelschläger. Por ejemplo, no ofrece ninguna para el título general de GE2 (K f. 1ra1-7; GE2 1:2). En lo que sigue, hago caso omiso de las diferencias debidas a la variación en criterios de presentación gráfica:
1:3.1 Aqui se comiença la segunda parte
1:3.2 de la General estoria que mandó fazer
1:3.3 el muy noble rey don Alfonso,
1:3.4 fijo del noble e santo rey don Fernando
1:3.5 e de la reína doña Beatriz.
Véanse las variantes que notan Kasten y Oelschläger (1:3a):
1:3:1 comiença ] comiençan los titulos de Lϕ
1:3.2 estoria + escolastica O
1:3.3 muy om. Lϕ
1:3.4 del + muy I
1:3.4 noble om. LOϕ
1.3.4 e santo om. LOϕ
1:3.5 de la om. L
1:3.5 la + muy noble I
Un total de 8 variantes, cuatro de las cuales se encuentran en más de un testimonio.
Veamos ahora el primer párrafo del texto de la Segunda Parte (K f. 2ra10-25; GE1 1:6):
1:7.2 Fasta aquí contamos en la primera parte d’esta Estoria gene-
1:7.3 ral las estorias e las leis del Viejo Testamiento, en que se encie-
1:7.4 rran los cinco libros de Moisén a que llaman el Pentateuco.
1:7.5 En esta segunda parte que se comiença aqui diremos de la
1:7.6 estoria del libro de Josué e de las otras estorias de adelant
1:7.7 assí como vienen por orden por sos libros, como oiredes que se
1:7.8 departen en este prólogo del libro de Josué.
Las variantes que siguen son las que señalan Kasten y Oelschläger (1:3a):
1:7.2 contamos ] se cuenta ϕ avemos contado O
1:7.2 la primera parte d’esta ] esta ϕ
1:7.2-3 Estoria general ] General Estoria LOϕ
1:7.3 e las leis om. ϕ
1:7.3 Viejo Testamiento ] Testamiento Viejo Lϕ
1:7.3-4 en que se encie|rran ] y comiençan aquí ϕ)
1:7.4 Moisén ] Muysen passim O
1:7.4-8 a que ... prólogo del libro de Josué ] y luego de Josué y de los otros juezes ϕ
1:7.4 llaman el ] llamel O
1:7.4 el Pentateuco ] Penthathenco I Pentateco L Petateuco J Pentechuco M el Panteon O
1:7.6-8 de Josué ... de Josué om. L
1:7.6 adelant ] allende J
1:7.7 como om. O
1:7.7 vienen ] van J bien O
1:7.8 departen ] departe M contar an O
1:7.8 Josué + en M
Frente a estas 16 variantes de Kasten y Oelschläger, el aparato de Almeida sólo nota las distintas maneras de escribir “el Pentateuco” (GE2 1:616). Es evidente que para las variantes adiáforas (v.g., Estoria general ] General Estoria; Viejo Testamiento] Testamiento Viejo) sigue el MS K, su base.
Es curioso que Almeida no ofrezca ninguna lámina del MS N. Para comprobar las lecciones de ese MS y de los otros testimonios de GE2, tenemos que acudir a la edición de Kasten y Oelschläger (1:284b24-285b37), cuya lámina VI (esc. O.I.11, f. 133r; frente a la pág. 1: 248) corresponde a GE2 1:398.7-399.20. La primera lección es la del texto crítico, la segunda, la del MS N y los otros testimonios:
1:398.8 quel ell fijo ] quel fijo (133r2)
1:398.10 non om. IJLϕOMN (133r3)
1:398.10 Atlas ] atalas (133r3 et saepe)
1:398.13 Atlas ] athilas (133r5 et saepe)
1:398.13 a apartar ] de apartar JM apartar N (133r5)
1:398.16 e ] o ION (133r7)
1:398.21 tanto ] estando IJON (133r11) + a NO
1:398.28 Medusa + E (133r16)
1:398.29 a om. IN (133r17)
1:398.30 apartarse ] apartose (133r18)
1:398.31 allí + E (133r18)
1:398.31 otrossí + e (133r19)
1:398.33 allí om. (133r20)
1:398.33 a om. ON (133r20)
1:398.34 Attlant ] Athalante Lϕ athelante N (133r20)
1:398.35 estrellas + E (133r22)
1:398.38 folgara ] folgaron M folgaran IN (133r24)
1:399.6 Etiopia ] nintiopla ON (133r28)
1:399.6 cofenos ] cothenos ON (133r29)
1:399.7 Cefeo ] çepeo N (133r30) et infra N (133r39) cepto O
1:399.8 dizién ] llamauan ϕ auie nonbre O auien N (133r30)
1:399.10 ques ] que (133r32)
1:399.11 Juno1 + E (133r32)
1:399.13 seer fermosa ] su fermosura ON (133r34)
1:399.14 denostar a ella ] denostarla IJOLϕN (133r34)
1:399.15 desvergonçar ] desuergonar (133r35)
1:399.18 él om. ON (133r38)
Un total de 26 variantes, en muchas de las cuales la lección de N se comparte con otros testimonios en contra de K. Almeida no recoge ninguna.
Veamos un ejemplo más, el cotejo con la lámina II de Kasten y Oelschläger, del MS I (Bruselas: Bibl. Royale, IV 1165, f. 39v; frente a la pág. 1:56), que corresponde a GE2 1:117.19-118.34 (= Kasten y Oelschläger 1:86b33-88a4). Otra vez, la primera lección es del texto crítico; la segunda, la del MS I y de los otros MSS que la comparten, tomada de Kasten y Oelschläger:
1:117.19 fascas a mugier] fasta muger (39va1)
1:117.19 casada ] casado (39va1)
1:117.20 lenguage de Castiella ] Romance (39va2)
1:117.22 toda 1o + la I (39va4) LO
1:117.22 en toda ley 2 o om. (39va4)
1:117.23 e + la ley (39va5)
1:117.23 mandado ] mandan ϕ manda LI (39va5)
1:117.24-25 por el so | saber e por el so poder om. (39va7-8)
1:117.26 él om. (39va9)
1:117.26 ende om. (39va9)
1:117.28 dizen las estorias ] las estorias dizen LϕI (39va11-12)
1:117.28 farié ] avrie LO aueria I (39va12)
1:117.29 sí ] el JLOϕMI (39va13)
1:117.29-30 non la quiso por esta razón por non fazer él fijo quel] por esta | Razõ nõ la quiso por quel fijo non le (39va13-14)
1:117.32 Venus ] vlcanis ϕ vcanjs LI (39va17)
1:117.32 otrossí om. (39va17)
1:117.33 como ] e Lϕ om. JNOI (39va18)
1:117.33 serién ] serie (39va19)
1:117.33 munchas ] muy luengo (39va19)
1:117.36 en este ] deste I (39va23)
1:117.37 dichos ] dicho NOLϕI (39va24)
1:117.38 e sos trasechos om. (39va25)
1:118.2 e creerlo om. (39va28)
1:118.3 los otros tan bien los dioses como los otros príncipes ] los dio|ses commo otros prinçipes (39va29-30)
1:118.4 sabios ] sabio K. Aparato
1:118.6-7 de lo que quiere ... e de su generatión om. (39va32)
1:118.8 tod’ ] todas JMNOLϕI (39va33)
1:118.8 estas + sus JMNOLϕI (39va33). Aparato
1:118.9 juvans 1o ] juvañs LM juvanes ϕN iuuanos O jujas J Jurjs I (39va34)
1:118.9 pater 2o om. ϕ parter I (39va35)
1:118.10 de Castiella ] castellana I (39va35) + dize O
1:118.10 tanto om. JLϕI (39va36)
1:118.10 como rep. (39va36-vb1)
1:118.10 ayudant ] ajudame N ayudador I (39vb1)
1:118.11 segunt + lo (39vb2)
1:118.12 Júpiter ante quiere dezir om. K, tanto quiere dezir J. Aparato
1:118.12 de + todos MNOJILϕ Aparato
1:118.12-13 gen|tiles om. (39vb4)
1:118.13 de 1o om. LMJNOI (39vb5) + los ϕ
1:118.13 otros + gentiles (39vb5)
1:118.13-14 exaltado | e om. (39vb6)
1:118.14 las yentes ] todos (39vb7)
1:118.16 yent ] gentes LϕI (39vb10)
1:118.17 del so ] de su LMI (39vb10)
1:118.17 nós lo ] vos (39vb11)
1:118.17-18 ya contado ante | d’esto ] dicho (39vb11)
1:118.19 mostrar ] dezjr LϕNOI (39vb13)
1:118.19 en el nuestro lenguage de Castiella om. (39vb13)
1:118.20-21 que|rémosvos departir ] queremos dezjr (39vb15)
1:118.22 e om. JLϕNOI (39vb16)
1:118.23-24 e vivié en munchos | pecados om. K Aparato τ viuja en muchos pecados I (39vb19)
1:118.24 mayormientre esto ] esto | mayor mente + en LϕI (39vb19-20)
1:118.24 cuanto es om. (39vb19-20)
1:118.26-27 este nombre pusieron ] pusierõ este | nonbre (39vb23-24)
1:118.27 E ante assí como om. KJLϕNOI (39vb25) Aparato
1:118.27 como co(línea) K. Aparato
1:118.28 Tolomeo ] partholomas (39vb25)
1:118.28 en el ante Almagest ] & KNOJ om. LϕI (39vb26) Aparato
1:118.28 fablan ] fabla|rõ KJLϕNOI (39vb26-27)
1:118.29 benignas ] beguiñas O veninas L begnjnas ϕI (39vb28) Aparato
1:118.30 bien om. (39vb28)
1:118.30 querias ] queridas LϕMJI (39vb28)
1:118.30 las siete ] las otras .vij LϕI (39vb29)
1:118.32 puede ] pueda (39vb31)
1:118.32 estorva ] estoruar Lϕ estoria JNOI (39vb31)
1:118.32 Júpiter ] Jupter K Aparato
1:118.32 males ] malos KI (39vb32) Aparato
1:118.32-33 aspe|rezas ] es|peras (39vb32-33)
1:118.33 malquerio ] malquerido M malquererido J mas frio Lϕ mas quieto I (39vb33)
Casi todas estas variantes las recogen Kasten y Oelschläger, salvo alguna de las variantes singulares de I. Almeida no ofrece ninguna para la pág. 117 y sólo 11 de las 48 para la pág. 118. Otra vez pone de manifiesto lo selecto que son sus variantes.
He insistido tanto en mostrar lo parco que es Almeida en el elenco de variantes para resaltar lo que dice sobre el valor de su aparato:
el constante diálogo entre el texto crítico propuesto por el editor y el aparato crítico que recoge las variantes rechazadas … facilita un acceso doble al texto: tenemos ante los ojos lo que, según la propuesta del editor, es más cercano al texto original, al menos en el plano textual (no lingüístico), pero también, en el aparato de variantes, las varias modificaciones producidas en la transmisión” (GE2 1:cxxii)
Por ello, “aunque determinadas opciones asumidas en el texto crítico resulten inaceptables para algún lector o estudioso, la edición crítica ofrece mediante el aparato la constante revocabilidad de las soluciones adoptadas en el texto” (ibid.).
Esto es más que dudoso. En primer lugar, en el aparato, Almeida intenta hacer dos cosas esencialmente irreconciliables: (1) mostrar cómo ha establecido el texto crítico y (2) ilustrar las “varias modificaciones producidas en la transmisión”. Ha hecho bien (1), pero los ejemplos citados arriba muestran a las claras la imposibilidad de (2), como ella misma confiesa un poco más abajo:
Debido a la longitud del texto editado, no ha sido posible recoger en aparato todas las variantes de los diferentes testimonios, aunque hemos intentado recogerlas en el caso de errores o variantes de cierta entidad comunes a dos o más manuscritos, y también cuando existían lecciones singulares interesantes por mostrar el comportamiento del manuscrito ante su antígrafo o por otros motivos (ibid.).
Más vale la estrategia de Prieto-Sánchez, quien reduce el número de variantes a las estrictamente necesarias para el establecimiento del texto crítico. Es verdad que se ha beneficiado de la edición de Solalinde, con su lujo de variantes. Almeida podría haber hecho lo mismo, si se dignara a utilizar la edición de Kasten y Oelschläger.
5. El texto crítico
Falta solamente comparar el texto crítico del equipo Solalinde con el de Sánchez-Prieto y Almeida para la pregunta más importante de todas: ¿hasta qué punto mejora el de la edición anterior? Para ello comparo el texto primero de Solalinde de GE1 con el de Sánchez-Prieto y luego el de Kasten y Oelschläger de GE2 con el de Almeida, utilizando tres pasajes reproducidos en imágenes de los MSS base.
Para GE1 veamos el cotejo de 1:493.10-495.7 con Solalinde (1930) 249a43-250a50, pasaje que corresponde al f. 113v de A (Solalinde, lám. VI, entre las págs. 249 y 250).
1:493.18 las profecías ] la prophecias A Solalinde (249a55-b1)
1:493.26 cadiello ] caudiello A Solalinde (249b12)
1:493.27-28 esperta|ra ] espertara A espertara la i.a r interlineada Solalinde (249b15)
1:493.28 serᆠante tollido om. A] sera1 A sera interlineado Solalinde (249b15)
1:493.29 cadiello ] cabdiello A Solalinde (249b16)
1:494.20 sos enemigos ] sus enemigos A Solalinde (249b53)
1:494.20 apoderarie ] apoderari A Solalinde (250a1)
1:494.21 vernie ] uernien A errata por uernie en el texto Solalinde (250a2)
1:494.22 cadiello ] cabdiello A Solalinde (250a4)
1:494.24 cadiello ] cabdiello A Solalinde (250a7)
1:494.31 temen ] tenien A tenien error de A corregido en el texto Solalinde (250a18)
1:495.15 cadiello ] cabdiello A Solalinde (250a46)
El texto de Sánchez-Prieto mejora el de Solalinde en 11 de estas 12 variantes. La única excepción es 1:494.20 sos, donde el MS y Solalinde leen correctamente sus. A Sánchez-Prieto le ha engañado el que el MS A casi siempre lee sos para el adjetivo posesivo masculino. Los errores mecánicos la prophecias, apoderari¸ vernie, tenien los corrige silenciosamente, de acuerdo con su práctica editorial (GE1 1:cxliii). Vacila en cuanto a las correcciones del mismo MS. No nota el caso de espertara, pero sí el de será. Sin embargo, en este último, según su práctica editorial la variante debió leer “sera1 ] serᆠante tollido om. A” para indicar que la corrección la hizo la primera mano del texto (cfr. GE1 1:569). Los casos más interesantes son la sustitución en cinco ocasiones de cabdiello / caudiello por cadiello, donde el significado claramente exige “cachorro”. Ahora, sólo nota en el aparato dos de estos cinco casos.
Para GE2 he cotejado 1:141.16-142.12 con Kasten y Oelschläger 1:105a13-b23, pasaje que corresponde al f. 74r de K (GE2 1:167):
1:141.16 Cicladas ] ciclades K Kasten y Oelschläger (1:105a14)
1:141.16 muncho ] muncho K mucho Kasten y Oelschläger (1:105a15)
1:141.20 Cicladas ] cicladas K Ciclades Kasten y Oelschläger (1:105a16) + de dezir en esta manera çiclades MNOJI Aparato
1:141.21 Cicladas ] cicladas K Ciclades Kasten y Oelschläger (1:105a20)
1:41.24 85 ] om. K [LXXXVI] Kasten y Oelschläger (1:105a26)
1:141.27 Cicladas ] Cicladas K Ciclades Kasten y Oelschläger (1:105a33)
1:141.28 cualquier ] qual quer K Kasten y Oelschläger (1:105a33-34) Aparato
1:141.30 la grandes ondas ] la grandes ondas K las grandes ondas Kasten y Oelschläger (1:105a38)
1:141.34-35 las andan|ças ] las | andança K las andanças Kasten y Oelschläger (1:105b.3-4) Aparato
1:142.4 generationes ] genarationes K generationes Kasten y Oelschläger (1:105b10-11)
1:142:6 Cicladas ] Cicladas K Ciclades Kasten y Oelschläger (1:105b13)
1:142.6 Acloceraunia ] acloçerauma K Acloceraunia Kasten y Oelschläger (1:105b14) Aparato
1:142.8 lenguage ] leguage K lenguage Kasten y Oelschläger (1:105b16) Aparato
1:142.10 86 ] om. K [LXXXVII] Kasten y Oelschläger (1:105b21)
Desde luego, la grandes (1:141.30) debió corregirse en las grandes. En otros casos, el texto de Almeida es preferible al de Kasten y Oelschläger: No hay por qué enmendar las lecciones de K muncho en mucho y Cicladas en Ciclades; Kasten y Oelschläger no ofrecen ninguna variante de los otros MSS en que apoyarse. Almeida y Kasten y Oelschläger los dos notan la lección de K qual quer; pero Kasten y Oelschläger añaden que los otros MSS traen todos quier. Los dos también notan los errores mecánicos andança y leguage y los corrigen. Los dos corrigen acloçerauma en Acloceraunia, pero no explican por qué. Conjeturo que es la lección de la fuente. Ni una ni otros notan genarationes, aunque también será un error mecánico. Kasten y Oelschläger muestran que la numeración de los capítulos es editorial. La diferencia en la numeración (85 vs. [LXXXVI] y 86 vs. [LXXXVII]) queda explicada porque Kasten y Oelschläger dividen el capítulo 81 de Almeida en [LXXXI] y [LXXXII] (1:102). No explican por qué, aunque es de suponer que K trata la frase “E estas treze cibdades ovie|ron de los de Aarón los del liñage de Caat” (GE2 1:138.1-2) como rúbrica.
Para la última cala, he cotejado 2:205.12-207.3 con Kasten y Oelschläger 2:97b39-98b45, pasaje que corresponde al f. 255r de N (Kasten y Oelschläger, lámina II, frente a la pág. 2:98):
2:206.14 tuelle N Kasten y Oelschläger (98b8) Aparato tuelga ] tuelle N cuelga π
2:206.17 adurá ] aduro N Kasten y Oelschläger (98b11) Aparato adurá ] aduro N, aduziran π
2:206.21 tebanas N Kasten y Oelschläger (98b17) Aparato tebanas ] telannas π
2:206.23 pero que ] pero N Kasten y Oelschläger (98b22)
2:206.24 oraçiones N Kasten y Oelschläger coraçones Pϕ (98b23-24) Aparato coraçones ] oraçiones N
2:206.34 biujesedes τ luziesedes N Kasten y Oelschläger visquiessedes a luz Pϕ (98b39) Aparato viniésedes a luz ] biujesedes & luziesedes N visquiesedes aluz Pϕπ
El aparato de Almeida nota cinco de estas seis variantes: mejora el texto en tres, coincide con Kasten y Oelschläger en dos y se equivoca en una. Veamos el razonamiento para las correcciones. En 2:206.14 “tuelga” se autoriza por las variantes “cuelga” de π (que no recogen Kasten y Oelschläger) y “tuella” de ϕ (que no recoge Almeida) y por la misma construcción “maguer que me tuelga” de N en 2:206.16.
En 2:206.17 “adurá” figura dentro de la frase “e maguer que me tuelga algunos de mios fijos peró non me adurá a aver dos fijos e non más”. Aquí “adurá” es el futuro de “aducir”. Está autorizado por el subjuntivo “tuelga” en la misma frase y la variante “aduziran”, de π otra vez. El significado es “aunque [Latona] me quite algunos de mis hijos, sin embargo no [me] traerá a tener sólo dos hijos [como ella].” Cfr. Kasten y Nitti 2002 s.v. aducir, significado 3, “traer, llevar, enviar”. Sorprende que ninguno de los editores cite este diccionario, obra esencial para cualquier estudioso de la prosa alfonsí.
En 2:206/21 “tebanas” es manifiestamente correcta. No queda claro por qué el Aparato trae la variante singular “telannas” de π.
En 2:206.23 ¿es “pero que” un error en el texto crítico? No se cita ninguna variante para justificar la adición de “que”, ni tampoco es necesario desde el punto de vista semántico o gramatical. Puede que haya ejemplos de semejante construcción que autorice la adición, pero entonces debieron citarse.
En 2:206.24 “coraçones” se impone por el paralelismo en “sus voluntades e sus coraçones” frente a “sus voluntades e sus oraçiones” de N. Ahora, el aparato no nota que la variante “coraçones” proviene de Pϕ.
En 2:206.34 la reconstrucción del texto crítico es admirable. Las variantes “biujesedes” (N) y “visquiesedes” (Pϕπ) se explican por una confusión inicial de n y u, frecuente en la escritura gótica, dando primero “biujesedes a luz” y luego la forma semánticamente igual “visquiesedes a luz”. Los MSS Pϕπ retienen “a luz” del original aunque no tiene sentido, mientras N se esfuerza en mostrar que los hijos de Latona, Diana y Febo, se han hecho famosos en su vida, cambiando un *biujesedes a luz” en su actual “biujesedes τ luziesedes”.
6. Criterios de presentación del texto crítico (abreviaturas, grafemas, acentuación, nombres propios, división de palabras, mayúsculas, puntuación)
En cuanto a los criterios de presentación del texto, según Sánchez-Prieto
el objetivo es ofrecer una propuesta en la que, sin falsear la lengua alfonsí, se unifiquen ciertos rasgos que no tienen trascendencia fonética, y acercar así el texto a los potenciales lectores. De este modo, nos apartamos del seguimiento paleográfico de los manuscritos … no ha sido nuestro objetivo proporcionar a los investigadores un texto para el examen de las grafías ni de los usos fonéticos que estas puedan translucir” (GE1 1:cxxxii).
Los criterios utilizados en GE1 (1:cxxxi-cxlii) y GE2 (1:clvi-clxix) son prácticamente idénticos (aunque para Sánchez-Prieto, refiriéndose a los grupos cultos de consonantes, es lícito reducir escriptura a escritura, mientras Almeida mantiene -pt-porque puede ser fonéticamente significativo). Dado el propósito de acercar el texto a los potenciales lectores, estos criterios son sensatos.
Pero la pregunta se impone: ¿a quién va dirigida esta edición? No al gran público. Cuesta creer que haya muchas personas que pueden permitirse el lujo de gastar 1.000 € en esta obra. Tampoco al gran público le importará la descripción minuciosa del establecimiento del texto. Son los medievalistas formados, los estudiosos de la historia de la lengua y los estudiantes avanzados, los que se interesarán por esta obra; y ya es hora de que nos acostumbremos a leer los textos medievales en su ropaje medieval. A mi modo de ver, por lo tanto, se ha regularizado excesivamente. Para los lingüistas sobre todo el texto de esta edición será de uso limitado. Por otra parte, la lectura del texto para profanos y expertos se habría aligerado introduciendo párrafos. La cita de pasajes concretos también sería mucho más fácil si se hubieran numerado las líneas en cada página, como ya hizo Solalinde en 1930; y la introducción de la foliación del MS base ya en el texto (como en Solalinde) ya en el aparato habría facilitado sobremanera el cotejo con los manuscritos para futuros estudiosos (y para el que suscribe).
Aunque se entienden las razones prácticas por la ausencia de notas puntuales en el aparato sobre las fuentes de la obra, es de lamentar que no existan, cuanto más teniendo en cuenta que los editores sin duda tienen un elenco completo por necesidades del trabajo textual. Habrían enriquecido sobremanera nuestra comprensión del trabajo compilatorio del equipo alfonsí y permitido seguir paso a paso la elaboración del texto.
Llama la atención el hecho de que los editores se hayan visto en la necesidad de echar mano de ediciones antiquísimas de las fuentes del GE: el Panteón de Godofredo de Viterbo (1559), las obras de Josefo (1611) y del cardenal Hugo de San Caro (1703), la Historia scholastica de Petrus Comestor (Patrologia latina, que es en realidad la edición de Manuel Navarro [Salamanca, 1699]), los Specula de Vicente de Beauvais (1624). A los especialistas en el latín medieval les queda ingente obra adelante.
6. Conclusión
Texto admirable, pero en contra de lo que dice Almeida, que no se acerca “al texto que transmiten los manuscritos con un «ánimo suspicaz»” (GE2 1:cxxxii), yo sí comencé esta reseña con tal ánimo. En principio, no me fío de ningún editor, ni siquiera de mí mismo. Querría ver, por lo tanto, hasta qué punto los principios editoriales se habían llevado a cabo, en fin, hasta qué punto podemos fiarnos del texto que nos brindan los editores. A pesar de los reparos indicados arriba, pecados veniales en su mayoría, y basándome principalmente en la comparación con las láminas de los MSS y los textos del equipo Solalinde, me es grato afirmar que los lectores pueden utilizar este texto con un muy alto grado de confianza. Es francamente bueno. Servirá de base para estudios de todo índole por muchos años, me temo.
Digo “me temo”, porque una cosa que no se entiende y que asombra, a estas alturas, es la ausencia siquiera a cualquier alusión a una posible edición electrónica. Si hay una obra que necesita tal edición, es ésta, dado su tamaño. Faltando índices de materias –tarea que de todos modos no habría sido aconsejable por la labor adicional que habría requerido–, una edición electrónica habría facilitado enormemente la investigación sobre este texto seminal. Asimismo, tal edición permitiría añadir referencias precisas a las fuentes de cada pasaje, vinculándolas con las cada vez más numerosas ediciones electrónicas.
En cuanto al aparato crítico, nada más idóneo que una edición electrónica para ello. Es lo que han hecho mis colegas del Mark Twain Project de Berkeley en el primer tomo de la Autobiography of Mark Twain, publicado hace pocos meses. El tomo impreso lleva una introducción donde se explica cómo se ha establecido el texto, el texto en sí, notas explicativas voluminosas para identificar todas las personas y los acontecimientos históricos mencionados y un largo etcétera. Ahora, el aparato de variantes sólo se encuentra en la web:
(http://www.marktwainproject.org/xtf/view?docId=works/MTDP10362.xml;style=work;brand=mtp)
junto con la versión electrónica del texto. Para el estudioso, la versión electrónica es, con mucho, más útil que la impresa, sencillamente por la posibilidad de confrontar texto, aparato y notas en la misma pantalla, sin mencionar la utilidad del buscador de palabras.
De hecho, esta edición de GE, admirable, repito, muestra a las claras lo inadecuado que es, hoy en día, la edición en soporte papel. Se han llevado sus posibilidades al límite, y a pesar de diez años de trabajo benedictino, no ha sido suficiente: hace falta acudir a la informática no sólo para la constitución del texto sino para su presentación al público.
Sigo creyendo que la mejor edición sería la que combinara facsímiles digitales de los MSS, transcripciones paleográficas o semi-paleograficas de las mismas (al estilo de los textos de Madison, aunque puestos al día con las mejoras del Text Encoding Initiative), el texto crítico y las herramientas analíticas necesarias para manipular ese texto. Un texto de estas características podría utilizarse no sólo para los propósitos señalados por los editores de esta edición, sino para los de la historia lingüística también. Es lo que preconicé hace ya veinte años en mi “Textual criticism in the 21st century” (1991). Es la llamada edición hipertextual.
Actualmente, los teóricos de la ecdótica angloamericana intentan dar un paso más hacia adelante, proponiendo las bases de lo que sería la “edición social” (Siemens et al. 2010). Tal edición ofrecería en la web un espacio abierto, en el que todos los elementos necesarios para la constitución del texto estarían presentes: imágenes de los MSS, transcripciones, texto de las fuentes primarias, fuentes secundarias (estudios) relacionadas con el texto, todo ello dentro de un banco de datos en el que el usuario podría hacer pesquisas puntuales. Integradas con estos materiales habría herramientas analíticas, desde las ya clásicas de concordancias hasta programas que puedan automatizar el proceso de cotejo de los MSS. Sirvan como ejemplos los programas Unite de Francisco Marcos Marín (cfr. Marcos Marín 1991), Collate de Peter Robinson (utilizado por Dorothy Severin en su ejemplar An Electronic Corpus of 15th Century Castilian Cancionero Manuscripts
[http://cancionerovirtual.liv.ac.uk/about.htm]; cfr Robinson 1997) y Tustep de Wilhelm Ott (Ott y Schälke 2001). Y tal vez el aspecto más importante de esta edición social sería la constitución de un archivo vivo de materiales que permitirían a futuros editores empezar sus labores montados en los hombros electrónicos de sus predecesores en vez de hurgando entre sus papeles.
A pesar de las muchas y grandes virtudes de esta edición, aún queda por hacer trabajo editorial importante sobre la General estoria de Alfonso X.
Referencias
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Notas
1 En la primera edición (1696) de la Biblioteca hispana vetus (2:57b, no. 216), Antonio cita el MS de GE1 que pertenecía a Juan Lucas Cortés, escrito en Sevilla en 1339, ya perdido: “membranaceus, magnitudine par iis, quibus divina oficia in choro cantanda describi solent, palmi verò altitudine, figurisque antiquis exornatus”. Transcribe el prólogo, el comienzo del primer capítulo y el segundo colofón, con su referencia a Alfonso X también incluida en el MS G’ (esc. Y.I.4). En su nota a la segunda edición (1788 2:86a n. 1), Francisco Pérez Bayer identifica equivocadamente el MS cortesiano con el actual BNE 816, del escritorio real alfonsí, a pesar de la diferencia en edad y número de hojas.
2 Rodríguez de Castro (1:411a-412b) se refiere a los MSS Esc. “J.Y.6, 7, 8 y 9” (Y.I.6 [B], Y.I.7, Y.I.8, Y.I.9), que contienen “cinco partes intituladas Historia General; por cuyo titulo confunden varios Autores la Historia y Traduccion que mandó hacer de los libros sagrados el Rey D. Alonso X, con la Historia universal que se escribió en tiempo y por orden de este soberano. De esta Historia universal se tratará en su propio lugar, cotejando ambas Historias entre sí, para que se advierta la diferencia que hay de una á otra”. A continuación, cita in extenso los prólogos de las cuatro primeras Partes de la GE a base de estos MSS (1:412a-426b). De la Quinte Parte conoce y cita el MS esc. I.I. 2 (1:426b-428a).
3 Para un repaso equilibrado de la teoría y práctica neolachmannianas en la tradición ecdótica italiana, que las ha definido, principalmente a partir de las ideas de Gianfranco Contini, véase Fahy 2004.
4 “véase ahora el stemma codicum de Almeida, Introducción, GE2 I, cxxxv” (GE1 1:cxiii). Tal stemma no se encuentra, ni en 1:cxxxv ni en otro lugar.
5 En sus criterios editoriales, dice que “nn, con la segunda n casi siempre abreviada, lo expresamos como ñ en el texto crítico, salvo en casos como dixiéronnos, ennobleció, en palabras latinas o de otras lenguas…, topónimos y antropónimos extranjeros” (1:clviii). Obviamente no se trata de ninguno de estos casos. Nótese, v.g., que el texto crítico ofrece “liñaje de Amón” (GE2 1:337.13) (K f. 181vb23-24; 1:481) y “liñage de Manassés” (GE2 2.3) (K f. 334rb23-24; GE2: 2:522) correctamente.