ReseñasSección dirigida por Yvette BürkiInfoling 5.37 (2025)
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Ignacio Andrés Soria (Ruhr-Universität Bochum). Reseña de Méndez, María del Carmen. 2024. No me gusta cómo hablas (o más bien no me gustas tú). Crítica de la discriminación lingüística. Madrid (España): Pie de Página. Infoling 5.37 (2025) <http://infoling.org/informacion/Review553.html>
Nos encontramos ante una obra completamente necesaria para la sociolingüística y las disciplinas afines. Sus doscientas treinta y cinco páginas, de marcado carácter divulgativo, constituyen un compendio de reflexiones y ejemplos que permiten a las lectoras y lectores acercarnos a los diversos fenómenos que giran en torno a las experiencias negativas de la lengua. En particular, a las distintas formas que consolidan la discriminación lingüística. Múltiples fenómenos lingüísticos de largo recorrido como la glotofobia o el lingüicismo, ciertas actitudes y prejuicios lingüísticos como la idealización del hablante nativo o la importancia de las lenguas en base al número de población, así como las ideologías lingüísticas concretas como el panhispanismo son explorados por la profesora María del Carmen Méndez Santos mostrando la arquitectura y el funcionamiento del lenguaje en la constitución de estas formas de discriminación.
Desde el título y el primer capítulo, la autora nos aproxima al carácter indiciario de las lenguas, que posibilita las asociaciones de valor que se producen entre lengua y los distintos vectores identitarios que se analizan en el libro. Desde esta premisa, las discriminaciones que se formulan en base la lengua o las formas de habla deben ser entendidas como formas de expresión de un malestar más amplio vinculado al género, a la clase, a la raza, a la religión religión o a otras tantas intersecciones que nos configuran. La autora muestra su compromiso con la diversidad lingüística como camino hacia la constitución de sociedades más inclusivas en las que la lengua se deje de utilizar de facto como un elemento para denostar y borrar al otro.
En el segundo capítulo la investigadora introduce la necesidad de abordar la discriminación lingüística, entendiendo que este es un fenómeno activo en nuestras sociedades basado no solo en la diferenciación entre lenguas, sino entre formas de habla (ing. “ways of speaking”). A lo largo de estas páginas, explora distintos procesos de estigmatización y revisa el concepto de prejuicio lingüístico como elementos que han configurado la nación española desde su fundación. Para ello, resume con brevedad algunos de los entresijos de la historia sociolingüística de España desde 1492. Ejemplifica, a su vez, con el contexto italiano. De esta forma señala, con claridad, las alianzas entre el poder político y la lengua para finalmente hacer entender el funcionamiento del prejuicio lingüístico que resulta de la oposición de categorías como lengua familiar/natural vs. lenguas difíciles de entender. La autora revisa sucintamente los procesos de planificación y de estandarización lingüística modernos, apoyándose en los ejemplos del euskera y del gallego para evidenciar cómo unas variedades son privilegiadas e impulsadas sobre las demás. Para ello también revisa el papel que tuvieron ciertas autoridades y la RAE en el proceso de codificación del español y las ideologías lingüísticas que afloraron y se consolidaron: desde la naturalidad hasta la corrección pasando por la noción de impureza. Esto le permite posteriormente mostrar la relación entre las lenguas de España con el español, señalando la política lingüística que impulsó el castellano como variedad privilegiada y entroncando con la noción de nacionalismo lingüístico. Arroja, incluso algunos ejemplos de cartelería antigua que muestran cómo este mismo nacionalismo afloró durante la dictadura franquista con el castellano como variedad única políticamente privilegiada. En este punto, la concepción de la existencia de un multilingüismo de primera y de segunda en la sociedad española se hace patente en la obra. Como señala la profesora, la discriminación en base a la lengua supone, en realidad, una discriminación racista o clasista: no es un problema que “los cayetanos” hablen mezclado (en inglés y en español), pero una persona guineana que mezcla tal lengua con el español es claramente un migrante no integrado. En definitiva, resume que la norma lingüística es un constructo social/consensual erigido por unas personas en particular.
En el tercer capítulo María del Carmen Méndez se ocupa de abordar teóricamente la noción de discriminación lingüística, partiendo de la definición de discriminación (social) y contemplando el desarrollo teórico que ha tenido esta noción. Revisa, para ello, eurobarómetros y otras estadísticas que reconocen el fenómeno a partir de la opinión de la población. A su vez, señala ciertas formas de exclusión laboral en las que interviene la lengua, y se fija en dos fenómenos que configuran el rango de experiencias de discriminación de la lengua. El primer, el accentismo o discriminación por causa de acento, parte de los trabajos de Rob Drumond (2023). Ligado a esta forma, también señala los trabajos de aporofobia lingüística en el contexto inglés. Aspecto que no ha sido apenas estudiado en España, si bien podríamos empezar a considerar las interesantes reflexiones de Brigitte Vasallo en Lenguaje inclusivo y exclusión de clase (2021). La autora también revisa la noción de integración lingüística y el papel que juega el acento en su negociación. En este capítulo, ciertas formas de acomodación lingüística y el sinhogarismo lingüístico son considerados como fenómenos también ligados al de la discriminación, es decir, consecuencias, reacciones y formas de convivir con ella. El segundo fenómeno en el que repara la autora es la glotofobia. Inevitable, es para la autora introducir el concepto desde los ojos de Blanchet (2016). Para la autora, este es un un término más abarcador que el de accentismo. Nos explica que alude a discriminaciones por emplear una variedad no estándar en el habla. Y si bien reconoce que ha sido en el contexto anglosajón y francés donde ha tenido más recorrido, la investigadora hace un ejercicio profundo de recoger algunos de los ejemplos de glotofobia en el ámbito español, por ejemplo, considerando el hablismo hacia las hablas andaluzas.
En el capítulo cuatro, la autora continúa con el análisis del acento en su dimensión social para reivindica el carácter identitario de las lenguas, variedades y acentos. Para ello explora críticamente los procesos de neutralización de los acentos y los procesos de mercantilización que acontecen con las variedades septentrionales del español en el contexto de la industria de la enseñanza de lenguas, ámbito en el que categorías como el español neutro o español global despuntan y se hacen necesarias. Otro proceso de neutralización que analiza la investigadora en este contexto es la reconstrucción del español latino a través de la industria del subtitulaje cinematográfico.
En el quinto capítulo se aborda el clasismo lingüístico o la discriminación lingüística por razón de clase. El “language shaming” o el avergonzamiento (público) lingüístico desde la clase social es analizado a partir de ejemplos de programas amarillistas y del corazón, intervenciones parlamentarias, tuits, leyes y políticas extranjeras o los procesos de gubermentalidad de las propias comunidades de herencia en EE.UU. La distinción del acento nativo/extranjero se utiliza también para imaginar esta forma de avergonzamiento lingüístico, un aspecto que hace contrastar con las actitudes existentes hacia un supuesto acento neutro en español, que observa, por ejemplo, en la industria cinematográfica y actoral. De este modo, la profesora analiza intervenciones y formas de hablar de personajes públicos, como actores y políticas, para denunciar que “idealizar ciertos rasgos como los máximos o únicos representantes de la forma de hablar de un pueblo es cutre y conlleva, en muchas ocasiones, crear unos estereotipos que son falsos e injustos” (p. 84). Introduce también el debate en torno a los límites del humor que tienen como base lo lingüístico y las formas de habla particulares. Los criterios que prevalecen: el humor debe ser siempre de abajo arriba y de dentro a afuera. Ante estas y otras formas de discriminación la autora apunta a la noción de empoderamiento como el fenómeno por el cual nos podemos sublevar contra estas formas de desprestigio y distinción. Una vez hemos adoptado conciencia de este malestar sociolingüístico, claro.
En el capítulo 6 se centra en explorar el multilingüismo social. Se pone de relieve el malestar que puede provocar ciertas políticas orientadas al multilingüismo, como lo sucedido con la señalización en el paisaje lingüístico de Huesca. Este ejemplo le sirve a la autora para criticar las políticas lingüísticas homogeneizadoras que se han impulsado con el objetivo de anular el trabajo de las instituciones que se ocupaban de proteger las variedades aragonesas y catalanas de la comunidad. La profesora se sirve de una experiencia propia y del análisis del del paisaje lingüístico aeroportuario para explicar el funcionamiento del prestigio de unas lenguas frente a otras y mostrar la arbitrariedad de las políticas lingüísticas, públicas, institucionales o empresariales. Queda en entredicho el supuesto criterio de privilegiar las lenguas en base al número de población. De esta forma, establece el debate sobre la mayoría y las minorías lingüísticas y la necesidad de rotular para ellas. Señala la visibilidad lingüística como forma de igualdad.
En el capítulo 7, la investigadora revisa el funcionamiento de algunas formas de discriminación lingüística laboral en base a la raza inferida lingüística o fenotípicamente. Se observan ejemplos de España a través de tuits, pero resulta realmente ilustrativo el análisis del borrado de los nombres indígenas en México, en Colombia o en Francia. De fondo tras estas violencias la autora identifica los procesos de homogeneización nacional. En definitiva, arroja la necesidad de revisar la política del nombre con la necesidad urgente de reparar los daños que producen los procesos discriminatorios que genera. Se hace hincapié, por ejemplo, en la comunidad china en España y en los procesos de acomodación occidentalizante de los nombres de persona. Tras estas prácticas se encuentra la cuestión del origen, entendido como una categoría problematizante y molestante que posibilita la discriminación, pero también el agenciamiento propio. En el último apartado del capítulo la investigadora realiza una observación crítica sobre los innecesarios exámenes lingüísticos que constituyen partes de la prueba de adquisición de nacionalidad, en este caso para el contexto español. Un aspecto que se halla vinculado con los mandatos de la integración (lingüística).
En el capítulo 8 se revisa la xenofobia lingüística a través del acento y la enseñanza de idiomas, por ejemplo, en Nigeria, India o España. En este ultimo alude a investigaciones propias que constatan la discriminación en base a la consideración de hablante nativo, deshaciendo en sus páginas el ideal del nativo-hablante: “hablar una lengua no capacita nadie para analizarla, entenderla, traducirla, enseñarla ni explicarla (p.120) y ejemplificando con testimonios narrativos que ilustran el funcionamiento particular de estos prejuicios lingüísticos. Hace hincapié en la elección de las variedades que hacen los profesores, por ejemplo, de un supuesto español académico no marcado.
El capítulo 9 aborda la palabra raro en su uso como una categoría que esconde una noción moralizante de hablar “mal”. Para ello observa la influencia de las tecnologías en los procesos de neutralización y borrado de la marca lingüística. Tecnologías como las orientadas al marketing telefónico que transforman el acento de los trabajadores y acomoda automáticamente las variedades del inglés a las de los usuarios occidentales que llaman por teléfono (sanas.ai). De fondo, señala la autora, encontramos que la noción de extranjería queda muy fácilmente vinculada a la forma de hablar un idioma. Posteriormente remite a las políticas de aculturación lingüística en Austria con relación a los recreos-solo-en-alemán o ejemplifica con algunos aspectos sorprendentes sobre las voces de los personajes de Disney.
El capítulo 10 se centra en el análisis de la discriminación en base al vector identitario rural, que está tan activo en España a través de la consideración ser de pueblo. Explora, para ello, el programa televisivo first dates. Esta intersección de discriminación, activo en otras sociedades europeas, ha sido ya estudiada y ofrece ejemplos como el de (2008) con relación al marsellés en Francia y otras formas más alejadas de la norma (centrismo normolingüístico). La autora, en este sentido, hace relevante cómo la dimensión centro-periferia atraviesa el vector identitario analizado. En el capítulo también observa los procesos de empoderamiento mercantilizado acrítico como los llevados a cabo por agencias de viaje. Asimismo, revisa el malestar que produce en ciertos sujetos conferir discursos en lenguas regionales. En este sentido, a través de ejemplos extraídos de tuits se explica que la defensa de España debe llevarse a cabo también a través del uso de su lengua y no de las lenguas regionales.
En el capítulo 11 revisa la discriminación de clase. Si bien reparamos en la necesidad de estudios específicos en este campo, la investigadora señala la construcción del acento/voz pija en España a partir del análisis de las figuras públicas de mujeres famosas por el amarillismo de sus actuaciones, reparando en su fonética y el léxico que utilizan. Alude a la conciencia lingüística como un recurso de la performance, un aspecto interesante que necesitaría de aproximaciones teóricas más profundas. Por otro lado, profundiza en la cuestión revisando los procesos de acomodación del acento en Reino Unido y Australia o Dublín puesto que, como demuestra, ciertos acentos son considerados recursos para ser favorecidos/as en determinados entornos. El capítulo 12 se centra en la revisión de los estudios de discriminación lingüística basada en el uso de determinadas variedades de los años 2000 impulsados por John Baugh (2003). Estos se basan en el concepto de perfilamiento lingüístico y sirvieron al estudio de la diferencia lingüística a partir de los rasgos fonéticos durante las llamadas en búsqueda de alquiler de una casa en EEUU. De este modo, Baugh (2003) demostró el funcionamiento de un tipo muy claro de discriminación en base al uso de las variedades del inglés latinx y afroamericano. A colación, la autora revisa de las ideologías raciolingüísticas y conecta con los estudios más actuales que se han hecho sobre la reconstrucción de la raza a través de la lengua. Revisa los testing y experimentos telefónicos que se han desarrollado para demostrar el funcionamiento de esta misma discriminación en España: en este caso, con atención a las identidades magrebíes y latinoamericanas, siempre en contraste con el sujeto hablante blanco español. Además, la investigadora, por medio de un estudio propio desde su universidad y en colaboración con lxs estudiantes, arroja resultados que confirman que esta fórmula de discriminación está activa en el contexto español. Junto a la idea de sonar como se espera, la investigadora revisa también la discriminación lingüística de género con relación al tono de la voz de las mujeres y los valores que que históricamente se ha asociado a ella. Se ponen en entredicho las dinámicas patriarcales orientadas a establecer las políticas de la voz, especialmente en los espacios públicos. Así, alude a fenómenos como el maninterrupting que se observa en interacciones entre Trump y Hilary Clinton. Por extensión, la autora aprovecha para hacer una revisión de las principales cuestiones de las que se han ocupado los estudios centrados en la intersección lengua y sexualidad, por ejemplo, con relación a la construcción de un habla gay y la reproducción de la masculinidad en base homonormatividad de ciertas voces que suenan masculinas.
El capítulo 13 se centra en los prejuicios ligados a la consideración del número de hablantes de una lengua. La investigadora niega y critica la creencia de por la que atribuimos valor a una lengua únicamente considerando si es hablada por mucha gente o no. A lo largo de estas páginas la autora reflexiona y deshace este constructo para el caso del español. Atiende siempre a una visión situada del uso de las lenguas y poniendo de relevancia algunas inconsistencias que se sostienen en las políticas académicas del estado español con relación a las lenguas de publicación y de promoción del personal investigador. No deja de ser un posicionamiento político con respecto a los procesos de potenciación que están llevando a cabo las instituciones de la lengua que se ocupan del español actual. Además, deja entrever el carácter masculinista que atraviesa las políticas lingüísticas que se están impulsando en torno al español al querer considerarla una lengua grande y poderosa.
El capítulo 14, nos permite aproximarnos a las actitudes de superioridad y discriminación de las regiones de un estado que no se consideran prestigiosas. Es decir, revisa la dimensión centro-periferia que atraviesa España, también sociolingüísticamente. Las quejas y el malestar generado en torno al uso de lenguas que NO son el español deben ser revisados como parte de un malestar mayor. De este modo, la autora describe a través del análisis de vídeos de redes sociales y publicidad cómo la la ideología de un estado-una-lengua-una-nación crean malestares en las zonas de contacto lingüístico, como por ejemplo en Galicia o Cataluña. El capítulo 15 está centrado en la descripción del malfuncionamiento de las políticas lingüísticas que regulan el uso de las lenguas en el congreso y en el senado español. A través del contraste con contextos como Sudáfrica o Suiza en los que se da una supuesta regulación inclusiva de las lenguas nacionales se expone la falta de voluntad que existe en el estado español para el fomento del plurilingüismo.
En el último capítulo, la autora revisa los casos de Vietnam y de México para hablar de lingüicidio como un proceso sistemático de eliminación de una lengua. La investigadora profundiza en esta noción a través de su arquitectura y desarrollo, señalando cómo la invisibilización de las lenguas y su desprestigio son procesos constitutivos de tal lingüicidio. En este sentido, observa cómo las herramientas censales sirven a los procesos de borrado nacionalista. En las últimas páginas del capítulo observa la discriminación con respecto a las lenguas de origen, de migración y de herencia y propone el fomento de proyectos de traducción como una forma de lucha contra las fuerzas monocéntricas que atraviesan los estados occidentalizantes.
En la obra la autora adopta un tono despreocupado y una forma de expresión sencilla y clara que conectará especialmente con el estudiantado que comienza a explorar la dimensión social del lenguaje en las carreras o formaciones filológicas, lingüísticas y afines. La investigadora consigue con este trabajo elaborar un nuevo punto de acceso a la discriminación lingüística, un campo que, al menos, en el contexto español resultaba hasta el momento difuso y poco estudiado. En este sentido, la obra resulta de gran interés por dar nombres concretos a todas esas situaciones incómodas atravesadas por la lengua que derivan en un malestar sociolingüístico, a veces no tan visible. Un malestar que, como decimos con Laura Morgenthaler (en preparación), es social y necesita de soluciones colectivas. La primera de estas soluciones es saber identificar lo que nos sucede y este libro es una herramienta muy válida para ponernos a ello.
Referencias bibliográficas
Baugh, John. 2003. Linguistic Profiling. En A. Ball, S. Makoni, G. Smitherman & A. K. Spears, eds. Black linguistics: language, society and politics in Africa and the Americas. London: Routledge, pp. 155-168.
Blanchet, Philippe. 2016. Discriminations: combattre la glottophobie. Paris: Textuel.
Drumond, Rob. 2023. Youre all talk. Why we are what we speak. London: Scribe.
Petitjean, Cécile. 2008. Representations linguistiques et accents regionaux du français. Journal of Language Contact 1(2): 29-51.
Vasallo, Brigitte. 2021. Lenguaje inclusivo y exclusión de clase. Madrid: Larousse.