Revista
El tema elegido para el volumen 10, TISP en un mundo cambiante, busca seguir mostrando la realidad que vive la traducción e interpretación en los servicios públicos (TISP) en este siglo XXI. En el momento de cerrar este volumen en marzo de 2023, se cumplen tres años de aquel fatídico marzo 2020, en el que el mundo se paralizó por la pandemia del COVID-19. En su despertar, se ha visto envuelto en un carrusel de cambios.
Somos testigos de acontecimientos que están afectando a diferentes facetas de nuestras vidas: consecuencias del COVID-19, avances constantes en el campo tecnológico y las comunicaciones, conflictos bélicos de carácter internacional, y crisis económicas y humanitarias que requieren una gestión y un proceso de mediación global que ayuden a superar los retos y fortalecer esta situación de fragilidad que el mundo está atravesando. El mundo globalizado en el vivimos favorece la migración. Se siguen produciendo grandes desplazamientos de población que se topan con la barrera lingüística y cultural en sus nuevos destinos; los servicios públicos siguen haciendo uso de intérpretes y traductores ad hoc sin formación; o el uso de la tecnología en nuestra vida privada y profesional aumenta sin cesar. Ahora bien, una mirada atenta al desarrollo y uso de las tecnologías de la comunicación nos muestra que no todo es positivo. Si nos centramos en la TISP, la interpretación de enlace sigue siendo la más utilizada, y, sin embargo, los mayores avances tecnológicos se están dando en la interpretación de conferencias, con lo cual se corre el riesgo de ensanchar aún más la distancia entre los intérpretes de conferencias y los intérpretes en los servicios públicos.
En cuanto a la traducción, vemos como la traducción automática en Google o DeepL, por ejemplo, está disponible en muchas de las lenguas de la migración o lenguas de menor difusión (LMD): somalí, swahili, persa, lingala, hindi, wolof, etc. y son cada vez más los profesionales (personal sanitario, jueces, funcionarios de la administración, etc.) que ven en su uso una solución al problema de la comunicación (Khoong y Rodriguez 2022). Desde esta perspectiva, parece que la tecnología no tardará en sustituir a los proveedores de servicios en la interpretación de enlace y la traducción en lenguas de menor difusión. Desde la otra cara de la moneda, se olvidan, al menos, tres principios básicos:
1. La calidad de la comunicación, ya que no se cuestiona o no se analiza la calidad de dichas traducciones;
2. La responsabilidad legal de dicho acto, dado que en caso de litigio sería el propio usuario (médico, abogado, etc.) el responsable, puesto que su uso implica ya la firma de un consentimiento que exculpa a las compañías de cualquier responsabilidad; y
3. La confidencialidad, principio básico para el profesional de la traducción e interpretación y que se ve socavado, ya que todo aquello que se traduce a través de estas herramientas va a parar a un servidor del que son propietarias las grandes compañas, sin poder llegar a saber el uso que de dicha información se puede llegar a hacer o se está haciendo.
En definitiva, a los beneficios de un mundo globalizado y lleno de avances tecnológicos, hay que añadir también los desafíos para evitar aumentar aún más la brecha tecnológica, la falta de servicios de traducción e interpretación, o la escasez de propuestas de formación adecuadas más allá de las lenguas francas, entre otras carencias que cabría apuntar. Hay cada vez más voces, desde ámbitos diversos, que hablan de la necesidad de ir hacia sociedades más cosmopolitas y justas acordes con la realidad dado que las instituciones (locales, nacionales o supranacionales), como la sociedad misma en este siglo XXI, están impregnadas de multilingüismo.
From the editor
Universidad de Alcalá (España)
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