Reseña
Reseña - Sección dirigida por Yvette BürkiInfoling 11.9 (2013)
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Nadine Chariatte. Reseña de Álvarez, Pedro. 2012. Identidad y language crossing. El uso de inglés afroamericano por raperos blancos. Bern: Peter Lang AG. Infoling 11.76 (2013) <http://infoling.org/informacion/Review172.html>
Identidad y language crossing. El uso de inglés afroamericano por raperos blancos es un estudio sobre la apropiación de rasgos del African American Vernacular English (AAVE) por parte de raperos “europeoamericanos”. El análisis sociolingüístico que se sitúa en el contexto de Estados Unidos consta de 10 capítulos de los que el primero y el último están dedicados a una introducción general y una conclusión general respectivamente. Los capítulos 2 («La realidad de los procesos de language crossing»), 3 («La variedad lingüística African American Vernacular English (AAVE)») y 4 («Contextualización de procesos de language crossing en la música rap») presentan el marco teórico sobre el language crossing, el language crossing en la música rap y el AAVE con el que se trabajará. Los tres siguientes capítulos se centran ya en el análisis: en el capítulo 5 se presentan las variantes sociales tomadas en consideración, mientras que en el 6 se exponen los rasgos lingüísticos estudiados. Por su parte, en el capítulo 7 se muestran los resultados de un análisis empleando WordSmith Tools. Finalmente siguen dos capítulos de discusión de los resultados.
En palabras del autor, Pedro Álvarez Mosquera, el libro «centra su atención en los usos lingüísticos de aquellos individuos que interactúan en la frontera étnica1 existente entre dos grupos sociales diferenciados con el objetivo de explorar sus complejas y valiosas interacciones lingüísticas» (p. 14). Es decir, sobre todo en situaciones de contacto entre grupos étnicos diferentes, el componente lingüístico es uno de los aspectos más complicados por sus implicaciones de identidad, las cuales son especialmente relevantes cuando los individuos en contacto pertenecen a grupos étnicos diferentes. Al comunicar, transmitimos, conscientemente o no, informaciones adicionales sobre nuestra identidad, como la educación, el lugar de residencia, el sexo, la edad, el nivel socioeconómico, el origen étnico, etc. No obstante, algunos individuos intentan modificar su lenguaje para conseguir formar parte de grupos o categorías sociales a las que en principio no pertenecen. De estos intentos de modificación de la lengua se ocupa el language crossing, que se define como «use of language varieties associated with social or ethnic groups that the spekaer does not normally “belong” to» (Rampton 1995: 14). Siguiendo pues esta definición, el autor analiza el uso de rasgos del AAVE por parte de raperos “europeoamericanos” estadounidenses.
Álvarez Mosquera constata que «cultura, lengua y grupo étnico» (p. 11) constituyen elementos vitales del rap. Por lo tanto, «la adopción de rasgos lingüísticos propios de la etnia blanca es especialmente útil para el análisis sociolingüístico si tenemos en cuenta la prominencia del componente oral en la música rap» (p. 15). Considera además que el rap constituye un uso “real” del lenguaje, por lo que compara sus datos y sus resultados con los de otros estudios sobre el uso del AAVE fuera del ámbito artístico, por ejemplo, Smitherman (2000), aunque él mismo cita a Alim (2006: 16), quien dice que el hip-hop también lleva consigo «cierto grado de acción de lo que denomina speaker agency, es decir, “the conscious and strategic use of language”» (p. 120).
El segundo capítulo, que lleva por título «La realidad de los procesos de language crossing», tiene como objetivo demarcar concretamente qué es language crossing y en qué situaciones aparece. Además se propone averiguar qué significa para los raperos “europeoamericanos” y afroamericanos usar rasgos del AAVE. Debido a la existencia de flujos migratorios y a la variabilidad social propia de las comunidades de hablantes, la relevancia de los aspectos y patrones socioculturales propios de los miembros de cada comunidad se hacen visibles. Álvarez Mosquera subraya que una exposición permanente a una determinada variedad lingüística y a una serie de rasgos atribuidos a esta puede hacer que en la búsqueda de una identidad concreta otros grupos empiecen a reproducir rasgos de tal variedad. Así pues, un objetivo del libro es «encontrar claves lingüísticas que ayuden a entender el comportamiento de los miembros a nivel intergrupal» (p. 20) en una situación de contacto entre diferentes grupos con relaciones intergrupales complejas. El autor menciona también otros dos fenómenos lingüísticos «de similar naturaleza» (p. 21) al language crossing: code-switching y passing2. Añade que el language crossing «también podría ser identificado bajo otra nomenclatura como styling, stylization o language accomodation» (p. 21).
Destaca que no hace falta «una validación por parte de miembros de la comunidad» (p. 23), puesto que los language crossers no intentan pasar por miembros auténticos de dicha comunidad. El autor indica varios factores que facilitan el language crossing: haber crecido en una zona en la que conviven diferentes etnias, la proximidad dialectal, la música y la identidad social. Además, Álvarez Mosquera señala algunas motivaciones para el language crossing: el desequilibrio entre variedades o lenguas que cohabitan, los valores atribuidos a las diferentes variedades, el prestigio social y razones personales. A modo de conclusión, el autor confirma que el language crossing es un fenómeno socialmente motivado, pero que también presenta ciertos riesgos porque se «puede considerar como una apropiación injustificada de una de las señas de identidad más importantes del grupo en el que se cruza» (p. 29).
En el capítulo tercero explica desde una perspectiva histórica y sociolingüística el AAVE para aclarar qué significado tiene la relación entre lengua e identidad para los afroamericanos, la distribución geográfica y social del AAVE, así como sus rasgos más importantes. Primero, da una breve panorámica de los orígenes del AAVE desde 1619, año del desembarco de los primeros esclavos africanos, hasta la actualidad. El autor comprueba que en la actualidad el AAVE todavía se rechaza en el ámbito oficial y educativo y está expuesto a prejuicios negativos, aunque el rap y el hip-hop en general se han convertido en un fenómeno socio-cultural extremadamente popular entre los jóvenes estadounidenses, razón por la cual el AAVE se ha extendido de forma considerable. Respalda su perspectiva de la variedad del AAVE con datos demográficos del censo estadounidense del año 2000. Enfatiza que el uso del AAVE es un componente principal de la identidad étnica afroamericana y por consiguiente «cualquier individuo no perteneciente a este grupo étnico presentará problemas de interpretación a la hora de enviar o recibir información» (p. 40). Más aún, Álvarez Mosquera sostiene que las diferencias entre los afroamericanos y los “europeoamericanos” no solo son lingüísticas, sino que también existen dos modos diferentes de entender la realidad. Para terminar cierra el capítulo con una descripción de las características más destacadas del AAVE, repartidas en las siguientes secciones: vocabulario, semántica, pronunciación y gramática.
En el capítulo 4, «Contextualización de procesos de language crossing», se hace hincapié en el origen de la música rap y en su valor cultural para los afroamericanos, así como en su éxito comercial en EEUU. La importancia de la música rap sirve de base para un acercamiento sociolingüístico del análisis de fenómenos de language crossing en este estilo de música. El autor explica en este capítulo por qué eligió el rap como fuente de datos para su estudio: por una parte, debido a la existencia de raperos blancos, se incrementan «las posibilidades de encontrar ejemplos de language crossing» (p. 49). Por otra parte, la popularidad de la música rap proporciona más facilidad al investigador a la hora de acceder a «usos lingüísticos reales, tanto orales en sus producciones discográficas, como escritos en la letra de éstas» (p. 49), a lo que agrega: «Esta realidad nos permite llevar a cabo un análisis más fidedigno, es decir, nuestro estudio no se centra en ejemplos prefabricados sino en usos auténticos realizados por hablantes auténticos» (p. 49). No obstante, cabría preguntarse si son de verdad usos lingüísticos reales y no formas estilísticas propias del fenómeno del language crossing precisamente. La segunda fuente de información empleada en el estudio son entrevistas en los medios de comunicación.
Álvarez Mosquera sitúa los orígenes del rap en la tradición oral, la “Black” Oral Tradition (Smitherman 2000: 275) y en el civil rights struggle en EEUU a principios de los años 70. En cuanto al contenido y al tema de los raps, advierte que pueden ocurrir grandes diferencias entre el rap interpretado por raperos afroamericanos y “europeoamericanos”. Asimismo apunta que el rap afroamericano constituye muchas veces un modo de «resistencia ante el racismo experimentado desde la América blanca y el dominio euro-céntrico de la cultura» (p. 53). En lo siguiente, el autor destaca el rol de los boasting y bragging como prácticas ceremoniales en el rap, así como el del signifying y playing the dozens, que constituyen otras posibilidades comunicativas asociadas con la etnia afroamericana. Luego hace referencia a los aspectos lingüístico-culturales que Smitherman (2000: 217-219) menciona en su trabajo como el uso del lenguaje exagerado, la mímica para imitar a otras personas, proverbios, entre otros.
El autor le da mucho énfasis a un aspecto que considera universal del rap: el valor de la autenticidad. Según él, hay dos elementos que han de tenerse en cuenta con respecto a ésta: a) «la idea de autenticidad está relacionada con el origen étnico, urbano y principalmente de estatus social bajo que los raperos estiman necesario para impregnarse de la esencia del rap y transmitir los valores y tradiciones afroamericanas que éste abarca» (p. 58); b) la mayoría de los raperos afroamericanos que tienen considerable éxito comercial ya no pertenece al grupo de los raperos auténticos por su riquezas y su nueva posición social.
En el capítulo cinco se describen las dimensiones y la formación de los dos corpora analizados, uno afroamericano y otro “europeoamericano”, así como los criterios sociolingüísticos para la selección de los raperos. Insiste en que las raíces y las letras de la música rap «tienen mucho que ver con la experiencia afroamericana en EEUU» (p. 61). Prosigue señalando que «cruzar en este contexto cultural puede traer complicadas consecuencias en relación a temas de identidad, lengua y aceptación social» (p. 62), dado que los rasgos antes mencionados están incrustados en el marco de la cultura afroamericana. El autor parte de la idea de que el uso de rasgos del AAVE por los raperos de “etnia blanca” es un caso de language crossing, presentando dos hipótesis opuestas: 1) hay un intento incompleto de imitar el AAVE, que se manifiesta en un uso limitado de ciertos rasgos de dicha variedad; 2) por el contrario, para sonar más afroamericano, podría haber un uso excesivo de ciertas características del AAVE.
En cuanto a la metodología indica que en el language crossing también interaccionan otros factores además del componente lingüístico, o sea, en palabras del propio autor «[l]as variantes [sic] género, edad, estatus social o lugar de procedencia juegan, en muchas ocasiones, un papel determinante en las interacciones de este tipo» (p. 62). El autor asegura que el hecho de haber analizado tres grupos por etnia, en vez de uno, le da representatividad a su estudio. No obstante, cabría preguntarse si los dos corpora son en realidad lo suficientemente representativos, sobre todo en el caso del análisis gramatical. De los tres grupos estudiados por etnia, cada uno corresponde a otra década, de los años ochenta hasta el presente. Esto es, ha analizado un álbum original por rapero, empleando las letras de las canciones como fuente secundaria y, de cada álbum, ha analizado una media de 12 canciones. Un criterio para la selección de los raperos ha sido que sean originarios de Nueva York. Eligió esta ciudad por ser la cuna del rap y por no estar situada en el sur de EEUU, ya que según el autor la variedad lingüística del sur de EEUU se parece mucho al AAVE. Sin embargo, cabría preguntarse hasta qué punto el número de habitantes de Nueva York en los últimos 30 años es relevante para el estudio. Además, supone que los raperos “europeoamericanos” con muchos contactos afroamericanos, usan más rasgos del AAVE, pero por otro lado advierte que también podría ser al contrario. Todos los participantes en el estudio son hombres y sus edades oscilan entre los 21 y los 32 años que, según el autor, son suficientemente parecidas para no conllevar a diferencias generacionales en el habla. Concluye el capítulo con algunas cuestiones metodológicas con respecto a qué partes de una canción se incluyeron en el análisis, y en qué casos de dudas consultó a hablantes nativos, etc.
En el capítulo sexto se analizan los cuatro rasgos lingüísticos asociados al AAVE. El capítulo empieza con una figura y una tabla que muestra sus frecuencias de uso según el grupo étnico, seguidas por un apartado sobre la relevancia estadística de los resultados que es más bien una discusión sobre si el análisis unilateral es adecuado o no. Asegura emplear un Two-proportion Z test, sin embargo no expone con qué cifras de base calcula. A continuación se dedica al análisis individualizado de los cuatro rasgos seleccionados que antes no se habían presentado en el libro: la partícula ain’t, la copula deletion, la eliminación del marcador de la 3ª persona del singular –s y la pronunciación de las terminaciones en –ing.
- Ain’t: el uso de la partícula negativa ain’t está presente en diversas variedades del inglés de EEUU; no obstante, solo en el AAVE se usa en lugar de didn’t. Según los porcentajes de frecuencia de uso de este rasgo, los raperos “europeoamericanos” utilizan más ain’t que los afroamericanos. Sin embargo, los resultados del Z-test muestran que los datos no son estadísticamente significativos. El análisis detallado muestra que sí hay diferencias entre los dos grupos: los raperos “europeoamericanos” usan ain’t sobre todo en lugar de isn’t y ‘m not, mientras que los afroamericanos lo utilizan también para otras formas del paradigma verbal, incluso para didn’t.
- Copula Deletion: en AAVE la copula deletion solo afecta a las formas is y are del verbo (to) be, siempre y cuando no estén en posición final de un enunciado o enfatizados. Los raperos afroamericanos emplean este rasgo considerablemente más que los “europeoamericanos”. Además, con are la frecuencia de uso es mayor que con is. Al autor le parece interesante que el «porcentaje coincid[a] plenamente con el obtenido por Rickford en la medición de este mismo rasgo en los hablantes afroamericanos de mediana edad (Rickford 1999: 77), grupo de edad en el que estarían incluidos nuestros grupos de rap» (p. 80).
- Eliminación del marcador de 3ª persona del singular –s: también para este rasgo los raperos afroamericanos muestran un uso más frecuente que los “europeoamericanos”. El porcentaje de uso de dicho rasgo por los raperos afroamericanos se ha multiplicado desde los años 80 a la última década.
- Pronunciación –ing: /ıƞ/ >/ın/: Este rasgo tampoco es exclusivo del AAVE, pero es bastante frecuente. A diferencia de los tres otros rasgos analizados, éste no es gramatical sino fonético. El autor querría haberlo analizado a través de un espectrograma, pero «las dificultades técnicas resultaron insalvables» (p. 87). Podemos observar una alta incidencia de uso de la forma /ın/ en ambos grupos, sin embargo la frecuencia de uso de los afroamericanos sigue siendo más alta que la de los “europeoamericanos”. El autor mismo usa inconsecuentemente la terminación –ing: por ejemplo, a veces escribe signifying (p. 54, 56) y otras veces signifyin (p. 61 , 116).
El capítulo siete aporta un análisis de ciertos rasgos del AAVE con WordSmith Tools, un programa informático que sirve para realizar diferentes tipos de listas de palabras:
- Pronombres personales: después de haber excluido algunas palabras muy frecuentes e irrelevantes para el análisis, como the, a, to, of, etc. a través de una stopword list, se puede ver que en ambos corpus los pronombres personales I, my, me, you son las palabras más frecuentes, aunque you se usa a menudo en el corpus afroamericano. «Este dato no hace más que volver a reforzar el concepto de comunidad y mensaje referido a su gente con fines identificativos» (p. 92).
- Nigger: otra diferencia entre los raperos afroamericanos y “europeoamericanos” es que los primeros (excepto el grupo analizado de los años 80) emplean a menudo la palabra nigger y sus formas derivadas (nigga, niggaz etc.), mientras que los demás raperos no la usan nunca. El autor afirma que, de una manera, nigger ha sido estigmatizado como insulto, pero de otra manera sus sentidos han sido renovados, sobre todo por los afroamericanos. Cita a Kennedy (2002: 174), quien indica que «[b]lacks use the term with novel ease to refer to other blacks».
- Palabras violentas: para el análisis de las palabras violentas el autor se ha concentrado en cuatro: gun, kill, shot, fight. Los datos muestran que los raperos “europeoamericanos” usan más vocabulario violento que los raperos afroamericanos. Sin embargo, los raperos afroamericanos emplean la palabra police con mayor frecuencia, aunque en la mayoría de estos usos está representada como fuerza represora. Álvarez Mosquera se basa en el Oxford English Dictionary (OED) para definir violencia. Mediante esta definición lleva a cabo otro análisis, que él llama cualitativo, de los dos grupos de raperos de los años 90. Justifica la selección de solo dos raperos mencionando que «si los resultados son lo suficientemente contuendentes [sic] para mostrar una correlación o desajuste entre los datos cualitativos y cuantitativos, éstos responderían a pautas etnoculturales que pueden ser extrapolables al conjunto global de los datos» (p. 96). Este segundo análisis revela resultados contradictorios con respecto al efectuado mediante la herramienta WordSmith Tools. Explica las diferencias de la siguiente manera: «uno de los aspectos al que los raperos afroamericanos dedican más términos violentos es a establecer su identidad en el gueto» y «los raperos, al igual que el resto de residentes en el gueto, necesitan proyectar una imagen que evite o disuada futuros ataques» (p. 97). Declara que la gran diferencia en los resultados de estos dos análisis es debido al «uso de gran variedad de términos utilizados por el rapero afroamericano». Como ejemplos da Ridah, Thug y Soldier, aunque sin exponer cómo ha aplicado la definición del OED a la selección de palabras. Añade que el rapero 2Pac las usa constantemente, pero también aquí sin revelar si incluye todas las repeticiones y cómo las cuenta para el análisis. Así pues explica que «esta diferencia a la hora de utilizar el lenguaje puede deberse a patrones culturales relacionados con el uso de la lengua que poseen gran relevancia social» (p. 97). En conclusión, el autor afirma que los raperos “europeoamericanos” sobreutilizan palabras más comunes como gun, shot etc. a las que «pueden acceder o manejar en su entorno» (mientras que los raperos afroamericanos diferencian más entre el tipo de armas como my pistol, my glock, my steel, the nine etc.). ¿Quiere decir entonces que éstos pueden acceder a o manejar en su entorno mayor cantidad de armas diferentes3? Por esta razón–continúa el autor– este rasgo muestra las limitaciones de los raperos “europeoamericanos” a la hora de producir rasgos del AAVE. Cabría preguntarse además ¿cómo llega a la conclusión de que en EEUU solo se usan armas entre la población afroamericana?
- Referencias al género femenino: también para este aspecto ha elegido cinco palabras: she, girl, baby, woman, bitch. En ambos corpus el uso de referencias femeninas totales es prácticamente igual. Los raperos afroamericanos emplean considerablemente más las palabras bitch y baby porque se trata de «un elemento cultural que es esperado por la mujer afroamericana» (p. 100).
- Referencias raciales: la herramienta de las concordancias le ha sido útil para buscar las ocurrencias de white o black + referencia a un individuo, por ejemplo white kids y para discernir casos como white socks. Mientras que los raperos afroamericanos hacen a menudo referencia a su color de piel, los raperos “europeoamericanos” evitan prácticamente toda referencia al color de piel tanto de ellos mismos como de otros.
- Hood: en el corpus “europeoamericano” se han encontrado dos ocurrencias de hood y en el afroamericano siete. Álvarez Mosquera expresa que las referencias explícitas a hood son importantes para los raperos afroamericanos por sus connotaciones de autenticidad. Es decir, «[e]sta idea de autenticidad afecta principalmente a las pretensiones de los raperos blancos, conocedores de las implicaciones violentas, peligrosas y de supervivencia que se asocian a estos lugares y su consiguiente estereotipo de masculinidad, fuerza física y valentía» (p. 113). Curiosamente la palabra ghetto no aparece ni una sola vez en los dos corpora, como constata el propio autor, sin embrago «[e]n el grupo afroamericano, se observa la existencia de un mayor número de referencias al gueto relacionadas con la autentificación, al igual que una mayor apelación a su gente que convive en este espacio a través del apelativo nigga y con un elevado índice de frecuencia del pronombre you» (p. 114).
- La partícula negativa don’t en imperativos: se ha incluido en el análisis porque el rap tiene un fuerte carácter apelativo y este es un rasgo común del rap “europeoamericano” y afroamericano.
- Patrones de repetición: ya que la herramienta tipo/item de WordSmith Tools posibilita averiguar cuántas palabras diferentes hay en el texto analizado, el autor llega a la conclusión de que los raperos “europeoamericanos” emplean una mayor diversidad léxica, frente a los raperos afroamericanos, quienes son más repetitivos. Según el autor este resultado «refleja el mantenimiento de uno de sus rasgos más característicos dentro de la comunidad afroamericana, es decir, la repetición, como forma de comunicación y fortalecimiento de su identidad» (p. 106).
El octavo capítulo nos aporta un examen de los motivos primordiales que podrían incitar a los raperos a cruzar hacia el AAVE. Según el autor:
las motivaciones que poseen los potenciales crossers se presentan lo suficientemente poderosas o atractivas como para desafiar a las advertencias y manifestaciones de rechazo derivadas de tales actos lingüísticos […], quizás porque, tal y como afirma Bucholtz (2003: 408) refiriéndose a las tácticas de autentificación, son conscientes de que “authenticity is always achieved rather than given” (p. 110).
Enfatiza el hecho que tanto en los raperos afroamericanos como los “europeoamericanos” se puede observar un ascenso del uso de rasgos del AAVE desde los años 80 al presente, lo cual se puede explicar por la mayor aceptación y el éxito comercial de este tipo de música. Asimismo advierte que «un menor uso de elementos del AAVE podría suponer un grave problema para el rapero afroamericano en su objetivo de mostrarse como miembro auténtico de su comunidad» (p. 112).
Otra explicación que ofrece es que el hip-hop se puede ver como un proceso muy evidente de recreolization. Igualmente, Álvarez Mosquera considera el gueto (the hood) un «espacio étnico» (p. 113) porque simboliza la autenticidad de los raperos afroamericanos y en consecuencia «[e]sta idea de autenticidad afecta principalmente a las pretensiones de los raperos blancos, conocedores de las implicaciones violentas, peligrosas y de supervivencia que se asocian a estos lugares y su consiguiente estereotipo de masculinidad, fuerza física y valentía» (p. 113). El autor lamenta que «los raperos afroamericanos est[é]n obligados a enfrentarse a una audiencia cada vez más blanca» por lo que «se está perdiendo el afrocentrismo en el hip-hop a favor de las ventas multimillonarias» (p. 116). Los raperos afroamericanos se distancian de los raperos “europeoamericanos” con referencias prácticamente siempre negativas a estos. Además, explica que por «el contacto interracial e interlingüístico» (p. 117) algunos rasgos lingüísticos y culturales pasarán a «un nivel casi estándar entre el resto de la sociedad» (p. 117-118) y por lo tanto probablemente pronto:
se produzca una contrarreacción, fruto de la rapidez creativa que hace que tan solo aquellos individuos afroamericanos que pertenecen a una determinada área puedan seguir los cambios de significados de palabras ya existentes en su variedad lingüística o entender el significado de sus nuevas creaciones (p. 118).
Una pregunta que surge al hilo de la lectura es ¿quiere decir el autor que para hablar el AAVE hay que vivir en el gueto? Pues, afirma que «[t]an solo aquellos que realmente desarrollan su vida en el gueto y son hablantes de esta variedad lingüística son capaces de realizar cualquier uso lingüístico sin sonar como un wigger» (p. 118). Además, según el autor «es fácilmente entendible que tanto la vinculación del rap con el gueto como la idea de autenticidad son, con toda seguridad, mucho más intensas en ciudades en las que existen comunidades afroamericanas que en cualquier otra comunidad que carezca de este contacto interracial u otros países con composiciones étnicas diferentes» (p. 119-120). A modo de conclusión, señala que ciertos jóvenes “europeoamericanos”, sobre todo los de la clase trabajadora, en EEUU experimentan una situación social parecida a la de los afroamericanos. No obstante, el autor también se pregunta por qué los “europeoamericanos” utilizan la estrategia del language crossing con respecto al AAVE «a pesar de la desfavorable acogida de sus hablantes nativos» (p. 123).
En el capítulo 9, «Motivación hacia la realización de procesos de language crossing en el AAVE», se propone encontrar nuevas explicaciones para el comportamiento lingüísticos de los hablantes analizados. El capítulo empieza con la afirmación de «que el principal motivo por el que se producen procesos de language crossing se debe a que, como afirma Lanehart (1996: 322), valiéndose de numerosos estudios previos, “the language a person speaks is the language that the person identifies with”» (p. 125). El autor insiste en que la razón principal para que ocurra language crossing, es «la búsqueda de una mayor autenticidad» (p. 125) por parte de los raperos “europeoamericanos”. Y continúa con la siguiente observación: «la obtención de los valores asociados al AAVE (y la comunidad afroamerica [sic]) que persiguen muchos de estos casos de language crossing, lejos de limitarse al mundo del rap o la búsqueda del éxito comercial, se expande a numerosos aspectos de la vida diaria» (p. 125). En consecuencia presenta cuatro de los valores asociados al AAVE:
La primera característica asociada al AAVE que presenta es la rebelión, aunque sin explicar por qué exactamente la rebelión se relaciona con el AAVE. No obstante, según el autor, los resultados refuerzan este punto de la siguiente manera:
En el grupo europeoamericano debemos destacar que, en relación a este apartado, el análisis realizado con WordSmith Tools revela un mayor uso de términos violentos por parte de estos raperos que por los propios afroamericanos, al menos cuantitativamente y en relación a aquellos términos que forman parte de su realidad social. Sin embargo, cuando se refiere a la policía, uno de los temas que más sentimiento de subversión despierta en el gueto, se confirma que la rebelión no deja de ser desde el punto de vista “blanco” (p. 127).
Otro valor afiliado al AAVE es la resistencia porque «el hecho de que esta comunidad conserve su identidad y haya sobrevivido hasta nuestros días con muchos de sus rasgos definitorios, conlleva la idea de fuerza y resistencia ante la opresión y discriminación de la mayoría blanca» (p. 128). Un siguiente valor es la masculinidad que según el autor es «uno de los elementos claves para realizar procesos de language crossing en AAVE» (p. 129). Álvarez Mosquera subraya que «“[s]exual and institucional control over and abuse of women is a crucial component of developing a heterosexual masculine identity” (Rose 1994: 16; Álvarez Mosquera 2011: 65-68)» (p. 130). Añade que «[s]on numerosos los estudios que recogen el tema de la masculinidad como uno de los elementos clave para realizar procesos de language crossing en AAVE (Clarke y Hiscock 2009: 258)» (p. 129). El cuarto valor es coolness: los raperos afroamericanos tienen un «estilo expresivo, intenso, agresivo y rico en matices» y se muestran seguros de sí mismos. A lo que hay que añadir que «sus palabras envían potentes mensajes en defensa de su propia identidad y sobre la lealtad a su propio grupo étnico, a la vez que su imagen sigue siendo la de un hombre joven y con fuerza física, completando así un conjunto de valores que pueden considerarse como cool» (p. 131).
Según el autor, el rap ha provocado una exposición del AAVE hacia personas que normalmente no están en contacto con dicha variedad. Más aún, a veces ser “europeoamericano” puede ser una ventaja desde el punto de vista comercial, como por ejemplo en el caso de Eminem. El autor argumenta que hay que aplicar la color-blind ideology («the assertion of essential sameness between racial and ethnic groups despite unequal social locations and distinctive histories» (Rodriguez 2006: 645) al hip-hop. Llega a la conclusión de que «la ideología color-blind podría invertir la situación real, tachando de actitud racista a aquellos que defendiesen el componente étnico de sus propias manifestaciones culturales» (p. 137).
En el último capítulo recapitula que la importancia del language crossing está en que se muestran elementos relacionados con la identidad que en otras ocasiones pasan desapercibidos. En suma, los resultados muestran que hay language crossing hacia el AAVE por parte de los raperos “europeoamericanos”, «aunque la complejidad de [los procesos de language crossing] hace que los crossers encuentren limitaciones a la hora de reproducir rasgos del AAVE» (p. 149).
Referencias bibliográficas
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Rodriguez, Jason. 2006. «Color-Blind Ideology and the Cultural Appropriation of Hip-Hop», Journal of Contemporary Ethnography 35.6, 645-668.
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Smitherman, Geneva. 2000. Talkin That Talk: Language, Culture and Education in African America. New York: Routledge.
Notas
1 Álvarez Mosquera usa indistintamente etnia / étnico y raza / racial, como por ejemplo, en «[a] pesar de sus orígenes tan marcados étnicamente, la música rap ha cruzado las barreras raciales» (p. 61). Tampoco define cómo entiende etnia / raza, no obstante, negro para él significa auténtico, como en «estos actos lingüísticos protagonizados por individuos de etnia blanca en su propósito de sonar auténticos, es decir, black» (p. 61).
2 Basado en Rampton (1995), Álvarez Mosquera expone que los “passers” «quieren hacer ver que la variedad lingüística a la que se pasan es realmente parte de su propia herencia cultural o étnica (incluso mintiendo sobre su origen étnico o lingüístico y así evitar cualquier crítica por parte de los individuos realmente nativos sobre su apropiación de esta variedad» (p. 22). Agrega que este fenómeno es más habitual de lo que pensamos dado que «[d]e hecho, en 2008, un artículo de Los Angeles Times recogía un caso de passing cuyo protagonista es un salvadoreño que se hace pasar por mexicano en la ciudad de Los Angeles» (p. 22).
3 Añade que «los raperos afroamericanos sí poseen un mayor número de referencias violentas ya que su función es muy importante en el gueto» (p. 146) y que «se hace evidente que el aspecto violento sí está presente en la realidad afroamericana» (p. 146).